• Análisis 37,  Enrique Gómez Crespo

    Un no saber sabiendo[1]

    Enrique Gómez [2] Antonio Gamoneda (Oviedo 1931), quizás el mejor poeta vivo español, Premio Reina Sofía y Cervantes 2006, es el poeta del “no se”, incluso así se titula uno de sus poemas, extenso y desgarrador, de su último libro publicado La prisión transparente (Vaso Roto 2016). Soy inconsciente, reconoce, no sé y además dice en el poema “en el fondo, no quiero saber nada”. Una forma honesta de reconocimiento de la fragilidad y del vacío, de que no siempre se sabe lo que se escribe ni de donde procede esa palabra, una forma de transitar por esa oscuridad que nos habita. Para él, todo parte de la mística, en…

  • Análisis 37,  Ángela González Delgado,  Enrique Gómez Crespo

    Arriesgarse a la palabra poética, a la palabra Otra[1]

    Ángela González [2] y Enrique Gómez [3] Si existe un espacio simbólico en el que podamos plantearnos el enigma de lo que hablar quiere decir, esa hiancia irreductible, este será el del lenguaje poético. No es el único, por supuesto, pero sin duda es uno de ellos. Los versos están hechos de secretos y oscuridades y leer un poema, el que deja rastro y sombra de lo que se fue, de lo que se acaba de ir, de lo que nunca acaba de aparecer, es como mirar al mar, una espada. Sólo hay una forma de hacerlo, a lo lejos, la mirada en el horizonte y en el silencio del…

  • Análisis 36,  Enrique Gómez Crespo

    La mancha

    Enrique Gómez[1] Le gustaba visitar ciudades en las que fuera un absoluto desconocido. Pasear como un flâneur solitario por las calles con la certeza del anonimato. Era como estar a salvo, protegido del panóptico del Otro que todo lo vigila, de sus amenazantes miradas, de sus juicios implacables, de sus demandas y asfixiantes deseos, de su densa e indudable maldad. Buscaba además, contrarrestar la extrañeza del aire urbano nuevo, con la hospitalidad de las librerías de cierto estilo, con una luz y una atmósfera determinada. Le apasionaban las librerías con alma de catedral, esas en las que se respira una cierta quietud, donde encuentra un lugar el espíritu que busca…

  • Análisis 36,  Enrique Gómez Crespo,  Letras (número 36)

    En la sala de espera

    Estoy en la sala de espera de traumatología del hospital. Una rutinaria revisión de mi  mallet finger,  una lesión en mi meñique izquierdo, que se ha quedado en martillo tras la rotura del tendón extensor y una prolongada sindactilia, que por qué no reconocerlo, ha tenido resultados solo discretos. No me ha supuesto ningún quebranto; estoy acostumbrado a los resultados discretos, a los paraísos humildes y pasajeros. Sindactilia por cierto, es una palabra bellísima herencia de los griegos, omito etimología, que utilizo, incluso en sentido metafórico, siempre que tengo ocasión. Me da cierto cachet. Por ejemplo:  sindactilia afectiva o laboral o incluso sindactilia de género, sindactilia amorosa, cualquier situación en…

  • Análisis 34,  Enrique Gómez Crespo

    El extranjero que nos habita

    Nunca sabremos por qué escribimos, ni qué es la poesía, nada del enigma que hay detrás de los versos, pienso que tampoco seremos capaces de decir algo sobre el deseo de publicar, de ese enigmático y extraño impulso que nos anima a sacar a pasear a nuestros textos, exponiéndolos y exponiéndonos al amor y al odio de los otros, siempre al acecho del que, con valor, a cuerpo gentil dice Julián Alonso en el prólogo, enseña sus cartas. Hay que estar, creo yo, lo suficientemente separado del Otro y de nosotros mismos, para poder resistir el empuje mentiroso de los halagos o el de las críticas feroces. Fermín Herrero, el…

  • Análisis 34,  Enrique Gómez Crespo

    Los espejismos del amor: Stendhal, Chateaubriand y otros

    Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo. Es, ya lo sé, el amor: la ansiedad y el alivio de oír tu voz, la espera y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo. Me duele una mujer en todo el cuerpo                                                                                               El amenazado (J.L.Borges) Probablemente el poema de tema amoroso más antiguo conocido en el mundo, se escribió hace 4000 años en una tabla de arcilla en bellísimos y rúnicos caracteres cuneiformes: “esposo, déjame que te acaricie; mi caricia amorosa es más suave que la miel, en la cámara, llena de miel, deja que gocemos de tu radiante hermosura”. Eran las palabras…