Análisis 35,  Ángela González Delgado,  Escuela lacaniana (número 35)

Razón de una entrada[1]


Ángela González

Este término [Escuela] debe ser tomado en el sentido que antiguamente se le daba a ciertos lugares de refugio, incluso de bases de operación contra lo que ya podía llamarse malestar en la cultura.
J. Lacan

No es una cuestión fácil de cernir, ni es única la respuesta, sin embargo, es el significante, “deseo”, muy preciso, el que surge como primera réplica ante la invitación a esta pequeña intervención nombrada Razón de una entrada, para conversar hoy, en nuestro Seminario Lacaniano. Podría llamarlo entonces Razón de una entrada, deseo.

La Escuela lacaniana pone de relieve la enseñanza de Lacan y su orientación en la practica de la clínica analítica. Un lugar de encuentro, sostenido sobre ciertas identificaciones. Una Escuela que da cabida a la figura del “no analista”. Esa era yo cuando supe por vez primera de la Escuela. Fue también en un momento inaugural ese lugar en el que confluían los analistas con los que me formaba, y otros a quienes conocía a través de sus escritos y quienes admiraba y respetaba enormemente. En ese sentido la Escuela brillaba para mi, en cuanto que lugar en el que alojarme.

Decir deseo y que ese deseo sea causa, es algo que solamente puedo leer pasado un tiempo cronológico, en el que, a pesar de enredos imaginarios y reales terribles y amenazantes, siento mi deseo de Escuela vivo, fresco, decidido.

Mi relación con el saber institucional de la escuela de la infancia siempre fue particular, articulada por un rechazo esencial a ciertos significantes que, fueron causa de mortificación e innegable sufrimiento. La escuela podría ser ese lugar en el que, a un pequeño sujeto le abandonan y siente que ese es un desamparo definitivo, esencial. Perplejidad íntima, entonces, cuando descubro ese deseo de Escuela. Claro que es una Escuela absolutamente otra que esa primera que evoco.

            ¿Qué razones habrían de existir entonces para que, voluntaria y decididamente, solicitara mi entrada a la Escuela de Lacan, primero como socia, después como miembro de la misma? ¿Cual puede ser la razón de pertenencia a una Escuela en el siglo XXI? ¿Qué del objeto agalmático llamado transferencia, me resultó irresistible?

Enumero algunas razones posibles:

  1. Solicitar la entrada a la Escuela es una decisión libre. Deseo y transferencia articulan esa elección en libertad.
  2. La Escuela es un lugar que hace pregunta.
  3. La Escuela es un lugar incómodo.
  4. En ella el saber es expuesto y supuesto.
  5. El saber expuesto, da cuenta de una ética particular. El saber supuesto circula en un más allá del acto analítico.
  6. Es un lugar de resguardo contra malestares, como el de la cultura, en el decir de Lacan.
  7. Es sin diplomas.
  8. Es un lugar de formación, de trabajo, no digestivo.
  9. Es fundada sobre una carencia, sobre una falta, sobre un no saber qué es un analista.
  10. La Escuela mantiene al sujeto en posición analizante.

Soy miembro de la ELP desde enero de 2007, los sucesivos pasos que llevaron a ese feliz acontecimiento abarcan buena parte de mi vida. La Escuela depara momentos inolvidables, acontecimientos fundamentales, más allá del imprescindible análisis personal, no conozco mejor invento que este de la Escuela de Lacan para mantener vivas las preguntas esenciales en relación lo particular del goce de cada uno. Como señala Jacques Alain Miller: “Esto implica que ser analista no es tanto una profesión como cierto estado del sujeto en relación con su goce”.


[1] Intervención en la actividad de Escuela, Seminario Lacaniano de Castilla y León el 17 de marzo de 2021.