Análisis 37,  David Pujante,  Letras (número 37)

Las puertas del paraíso (El test de Blake)

David Pujante [1]

                                               A Javier Alonso Prieto, con mi agradecimiento.

Siempre he sentido una fascinación muy especial por William Blake. Recuerdo que en uno de mis viajes de juventud a Italia me llamó la atención y compré una traducción de poemas de Blake realizada por el poeta hermético italiano Giuseppe Ungaretti con el título genérico de Visioni. Me interesan mucho las traducciones de poetas hechas por otros poetas. En el libro me encontré por primera vez con The Gates of Paradise, una serie de grabados sorprendentes. Aquellas imágenes (no todas) actuaron sobre mí como un test de Rorschach. Y sugirieron unos versos que, si bien eran una interpretación, mi interpretación de lo que allí se me mostraba, en realidad hacían aflorar de mi interior unas sensaciones y convicciones hondas sobre la vida y el ser humano, que se valían de las imágenes como puro resorte para activarlas. En aquel acto creativo, recuerdo que nada me importaba lo que pudieron significar para el propio Blake ni intenté saberlo. Aquellas imágenes me interpelaban a mí y aquellos versos salieron de un diálogo muy personal. Mostraban una visión oscura y pesimista que quizás podía soportar mejor el joven que yo era entonces que quien los relee ahora. 

Hice una especie de cuadernillo confrontando cada poema con la imagen que me lo había sugerido. Un cuadernillo con seis poemas. Seis breves poemas que parecían una mezcla de écfrasis (descripción de la imagen, tal y como yo la interpretaba) y de lema o moraleja, puesto que algo de conjunto de emblemas tiene este grupo de grabados.

El cuadernillo se lo envié a Pepe de Miguel, un poeta amigo, del entorno del Grupo Cántico, en la Navidad de 1987. No guardé copia y con el tiempo y mis cambios vitales, que me llevaron en aquellos años inmediatos a otras preocupaciones, me olvidé de él.

Hace un año aproximadamente, un amigo, antiguo alumno, Javier Alonso, me dijo que había visto algún manuscrito mío que se vendía por internet. Había salido a la venta con otras cosas de la biblioteca de Pepe de Miguel. Seguramente porque tras su muerte una serie de libros y de cartas suyas pasaron a libreros de viejo. Pedí a Javier que lo comprara para mí. Y así rescaté aquellos poemitas sobre grabados de Blake de los años ochenta.

Es un cuadernito hecho con muy pobres medios. Los grabados son fotocopias y los poemas están escritos a máquina. La portada es el grabado de portada de la edición inglesa de Blake y en la siguiente hoja aparece el título del cuadernillo, que es el mismo de Blake traducido: Las puertas del paraíso. Luego viene una dedicatoria: “En honor de William Blake”. Este es el contenido.

I

La vemos anhelante y atrevida,

a la sombra del sauce.

Dispuesta a desprenderse de su hijo

en el momento mágico

que le salte a las manos la mandrágora

desde la tierra pútrida en que crece.

            Deshecho el lazo natural, ya libre,

conocerá pasiones innombrables.

II

            Cada vez que consigue

cazar con el sombrero

un hada-mariposa,

ha de acabar de súbito

muerta a sus pies la presa.

            Loco mortal que buscas lo distinto

y lo maravilloso,

comprende que no es dado

a cualquiera salir de lo anodino;

que, a pesar del empeño,

en la lucha obstinada

matas la misma posibilidad.

III

            “Te he hecho esclava a Selene”,

decía satisfecho

el fatuo enamorado;

y mostraba, a los ojos de la amada,

un mártir sometido

a subir una escala hasta la luna

para cumplir sus gustos.

            Aunados los amantes

en círculo cerrado,

que al resto de vivientes

excluye, solo salen

de él para exigir

locuras que florecen

en su mágico cerco ponzoñoso.

IV

            No hay ayuda posible

cuando anega la vida,

ese fluido lento

de densidad pareja a la del mar.

            Aquel, en que la mano

crispada sobre el agua

se agita, y la cabeza

se hunde para siempre entre las ondas,

es un día que existe para todos.

V

            En los atardeceres,

hay viejos hastiados de vivir

(resabiados de tanto andar el mundo)

y que, al ver nuevas formas

emprender libre vuelo,

desprecian, desaprueban sus anhelos

y les cortan las alas sin piedad.

VI

            Asomado al balcón,

alguna vez he visto,

hacia el final del día,

a un viejo apresurarse

por el viejo camino

que lleva al precipicio.

            No preguntéis si ha vuelto.

Siempre se ha hecho de noche,

he cerrado las puertas

y he bajado a cenar.

            El desnaturalizado egoísmo de la madre, el obstinado empeñarse en logros imposibles, el amor egoísta que sacrifica al resto del mundo en su solipsismo, el angustioso mar de la vida, la envidia cruel del viejo por lo que se renueva y de lo que ya no puede formar parte, el misterio del fin, que aparecen en estos versos, leídos tanto tiempo después, me siguen produciendo una gran inquietud, quizás por haber tocado una parte básicamente oscura del ser humano. 


[1] Catedrático de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada en la Univ. de Valladolid. Premio Dámaso Alonso 2018 a su trayectoria académica y política. Member of the International Society for the History of Rhetoric. Member of the ISHR Council. Codirector de la revista digital Castilla: www.uva.es/castilla.

Autor de una amplia obra, su último libro de poemas: Galería, (Licenciado Vidriera, 2020). Ver https://es.wikipedia.org/wiki/David_Pujante#Obra_creativa