Análisis 36,  Jesús Morchón,  Letras (número 36)

Ana B. Retazos de su mundo

Ana B., después de varios días casi inmóvil y mutista, dice:

“mi padre nos llevaba todos los domingos al Prado. Ahora ya no es lo mismo, desde que lo han hecho parque natural y está lleno de jabalíes, de ciervos y de antílopes.

Cuando íbamos de niños, los cinco, cazábamos gatos con un cazamariposas.

Había un restaurante que daba gato por liebre, pero a mi padre no le importaba y se comía lo que le daban pringando la salsa.

Yo siempre he tenido muchos animales.

Una urraca que regalé a mi cuñada Marta cuando me vine a León, se te ponía en la cabeza y decía “urraca fea, urraca fea”.

Dos mandarinos, que son unos pájaros muy pequeños, de muchos colores, que se alimentan sólo de las mandarinas.

Dos cobayas que tuvieron crías y se las comieron.

Un perrito blanco que me cambiaron los del Gómez Ulla creyendo que no me daría cuenta, pero vaya si me di cuenta, porque era muy diferente, tenía el pelaje negro y era imposible confundirle con el mío.

Los del Gómez Ulla han tratado toda la vida de confundirme y ponerme trampas porque nunca estuvieron de acuerdo con mi relación con Alfredo.Nos conocimos en un ingreso y ya no nos hemos separado nunca, aunque estuviéramos en lugares distintos.

En el Pardo había un estanque y mi padre pescaba barbos inmensos con el cazamariposas, y también lampreas.

Con las lampreas hay que tener mucho cuidado porque se retuercen, y muerden y pican.

Nosotros las colgábamos en el radiador de casa y las lanzábamos dardos hasta acabar con ellas.

Los barbos no se podían comer porque en el estanque había mucho cieno.Yo no sé cómo mi padre podía pescarlas. Se metía en el cieno sin ningún cuidado.Se ponía perdido hasta las rodillas y total para nada, porque los barbos había que tirarlos.

Mi padre nos llevaba a Toledo, a Aranjuez y al Retiro.

En Toledo pasábamos las tardes oyendo piar a los estorninos en la plaza de Zocodover.

En Aranjuez comprábamos espárragos y fresas.Yo me comía los espárragos crudos y luego tenía dolor de barriga.

En el Retiro corríamos como lobos a nuestras anchas y montábamos en las barcas como si fuéramos piratas en busca del tesoro.

Luego se murió mi hermano Miguel.Era un cabeza loca, libre, sin ataduras, sin temores, y siempre que se me viene a la cabeza se me empaña todo de negro y me vienen las lágrimas a los ojos y me llena la pena y me tengo que callar”.