Análisis 35,  Luz Martínez Seijo

Un año de COVID para la Comunidad educativa


Luz Martínez Seijo[1]

Todo lo que nos rodea en nuestras vidas ha sido afectado en mayor o menor medida por la aparición del coronavirus, desde luego, la educación ha sido uno de los sistemas que más ha tenido que adaptarse. Se ha puesto toda la organización educativa patas arriba, obligando a cambiar el paradigma educativo.  

Hace un año parecía inconcebible pensar que el sistema de enseñanza-aprendizaje tradicional y extendido en todo el mundo pudiese cambiar de un día para otro. El COVID19 está demostrando que nada es imposible y que nuestra capacidad de adaptación, también educativa, es enorme. Sin embargo, y a pesar de la dificultad de contar con un sistema educativo fundamentalmente presencial, se ha logrado un cambio radical hacia la enseñanza-aprendizaje a distancia, sin previo aviso y sin protocolos establecidos anteriormente.  

            Nunca antes pensamos en la necesidad de adaptación al 100 × 100 de nuestro sistema educativo, concebido como sistema presencial para cambiar al 100 × 100 a un sistema a distancia. Y esta simple constatación exigió adaptar al 100 × 100 del profesorado a este método, al 100 × 100 del alumnado y el 100 × 100 de los recursos disponibles.   

Y todo, sin proceso de adaptación, sin pruebas, sino de un día para otro. Los que nos dedicamos a la educación somos conscientes de la enorme dificultad para la comunidad educativa, por ello, deseo expresar mi reconocimiento a la impecable labor y dedicación de los docentes, a las incontables horas destinadas a buscar recursos educativos, a la metodología novedosa que han tenido que utilizar, al esfuerzo por formarse a la vez que formar a sus alumnos y alumnas, a la paciencia ante el intermitente funcionamiento de las plataformas, a los horarios intempestivos que tuvieron que adaptar para la corrección de las tareas recibidas, al contacto con alumnos y familias, al esfuerzo por llegar al alumnado vulnerable, en brecha social y digital. Todos y todas debemos ser conscientes del trabajo y esfuerzo realizado en un marco desconocido, difícil, y para muchos temido.   

            Mi reconocimiento también  a los alumnos y alumnas  por su capacidad de adaptación, por mantener el ansia por saber y aprender, por mantener su entereza y seguir las pautas marcadas por sus profesores y profesoras, por cumplir con su deber para garantizar a la vez, su derecho, el derecho a la educación.  Y mi reconocimiento también a las familias, que se tuvieron que volcar durante este proceso, compartiendo ordenador, apoyando y ayudando a sus hijos e hijas en la medida de sus posibilidades en el manejo de herramientas informáticas y en tareas escolares, sabemos que ha sido y es difícil.  

Debo destacar asimismo, la dificultad que ha supuesto también la organización de todos los protocolos, actuaciones, normativa y previsiones en relación al COVID-19 desde las distintas administraciones educativas,  y todo ello, también a distancia. Creo que todos sabemos de las dificultades existentes, porque todos las hemos sufrido en nuestro día a día. En educación se tuvo que crear y reciclar lo existente, con una asombrosa capacidad de adaptación y organización de toda la comunidad educativa.  

En primer lugar, se tuvieron que adoptar decisiones y medidas entre gobierno y comunidades autónomas para dar respuesta al alumnado que debía presentarse a las pruebas de acceso a la universidad, EBAU, al alumnado que debía finalizar la formación en centros de trabajo y a los miles de docentes pendientes de las oposiciones.   

            En segundo lugar se  trabajó de manera coordinada con las comunidades autónomas el marco común para finalizar el curso, siempre con un objetivo claro, no dejar atrás a ningún alumno/a, no perjudicar a nadie por la situación de cambio de modelo de enseñanza presencial a distancia y para ello se propusieron ciertos criterios: flexibilidad, adaptación de las programaciones a los aprendizajes que se considerasen imprescindibles, reorganización del curso para tareas de refuerzo y de recuperación, para ayudar a alcanzar los objetivos y competencias básicas y que la repetición fuese una situación de absoluta excepcionalidad.  

            A su vez se hizo todo lo posible por llegar al 14 o 15 % de alumnado procedente de un contexto socioeconómico desfavorecido que carecía de recursos para seguir con normalidad la actividad a distancia, alumnos y alumnas que no pueden ni deben ser ignorados, por justicia social. Por ello, el Ministerio de Educación y FP organizó en tiempo récord una programación televisiva en dos canales de televisión y con una programación adaptada a distintas edades y áreas de conocimiento. Además, se pusieron a disposición de las comunidades autónomas 20.000 tarjetas de datos y más de 5000 dispositivos para complementar los recursos informáticos que ya estaban poniendo a disposición determinadas comunidades autónomas para aquel alumnado en situación de vulnerabilidad. que carecían de recursos informáticos en sus hogares.  Y ahora serán 1.050 millones de euros los destinados a la digitalización en educación en este año 2021. 

Es importante, a la vez, recordar que se tuvieron que reforzar los mecanismos efectivos de coordinación docente en los centros, de manera que la actividad educativa fuese coherente y razonable para el alumnado en la situación vital y académica en que se encontraba durante el confinamiento, para evitar sobrecarga de deberes inasumibles para una gran mayoría de alumnos e incapacidad para tener el apoyo de las familias, sin olvidar además que se debía prestar una adecuada atención al alumnado con necesidades educativas especiales.   El reto fue enorme durante aquellos meses de confinamiento general y aún lo es, porque inevitablemente afectó al alumnado que tuvo que pasar de un modo de convivencia e interacción continua con sus profesores y compañeros/as a trabajar de manera autónoma y con el ordenador, sobre el que hay muchos grados de competencia en su manejo. Nuestros niños y niñas pasaron de estar rodeados de compañeros y docentes durante muchas horas al día, a estar delante de un ordenador con todas las consecuencias y dificultades que eso significa: no poder consultar determinadas dudas, no tener la certidumbre de asimilar conceptos, aprender a trabajar repentinamente con nuevos métodos, y ser autónomos para la comprensión de tareas propuestas y su ejecución.   

Es necesario tener en cuenta que, muchos niños y niñas experimentaron esta realidad con incertidumbre, miedo e incomprensión de la situación, así que fue esencial ayudarles a mantener un buen estado emocional que aun hoy se debe seguir recuperando en algunos casos. Miles de docentes se tuvieron que formar y se siguen formando para adquirir nuevas competencias y poder mejorar las herramientas de comunicación y de enseñanza-aprendizaje con sus alumnos/as. Búsqueda de vídeos para adaptarlos a diferentes niveles y contenidos, vídeoconferencias con alumnos, comunicación diaria a través de plataformas o correos electrónicos, fomento de grupos de whatsapp para la comunicación, seguimiento y corrección de deberes y tareas diariamente, etc. Son algunos ejemplos de las prácticas llevadas a cabo. Una labor enorme que apenas se está dando a conocer. 

            Y ahora, en este curso, los docentes deben centrar las actividades lectivas en ayudar a recuperar lo perdido el curso anterior, con planes específicos de recuperación y de refuerzo, combinar la enseñanza presencial con la enseñanza a distancia, con alumnos y alumnas confinadas.  El objetivo es que nadie quede atrás pero también que haya un enfoque global para tod@s, para los estudiantes en desventaja, para la mayoría del alumnado que sigue con normalidad el curso y también para el alumnado con altas capacidades.  

            Pero el gran reto perseguido y logrado es el haber abierto todas las aulas y haberlas mantenido abiertas, incluso en el momento más duro de la tercera ola en la que el 98,3% de las aulas de España seguían abiertas y funcionando. Los protocolos COVID de los centros han logrado contener el virus, siendo los centros un auténtico dique de contención, una vez más gracias a la profesionalidad y rigor de docentes. Las normas han sido clave, y niños, niñas y jóvenes están dando toda una lección de saber estar.   

            Sin duda, me quedo con lo positivo de las personas y de su respuesta continua para contribuir a que la situación que vivimos fuese y sea menos dura. Padres y madres, que compaginaron el teletrabajo con la ayuda a sus hijos en casa, familias preocupadas por la pérdida de su puesto de trabajo, por pagar la hipoteca, el alquiler o la luz. Niños y niñas que no entendían por qué no podían salir a la calle, ir al cole o jugar  con sus amigos.  

Todos y todas somos sufridores de esta crisis, absolutamente todos y todas.  

Para finalizar, considero que es imprescindible aprender de lo vivido y preparar para el futuro. El escenario actual nos exige repensar para adaptar el currículo educativo, orientarlo hacia un modelo más competencial y menos rígido, en el que debe tener un papel esencial la competencia digital, la relación de contenidos en un currículo interdisciplinar y valorar el trabajo realizado por el alumnado en proyectos. En ese futuro, la formación del profesorado es clave para poder ejercer adecuadamente la tutoría online, crear y manejar recursos digitales para la enseñanza y la gestión y organización de entornos virtuales de aprendizaje. En este año hemos dado pasos de gigante. Ahora el reto es seguir por esta senda y no parar, crecer en digitalización en las aulas y en casa. Esa es la estratega de este gobierno, que la digitalización nos alcance a todos. 


[1]  Mª Luz Martínez Seijo  es Diputada nacional por Palencia y Portavoz de educación del GPS en el Congreso. Secretaria de Educación y Universidades del PSOE.