Análisis 35,  Virginia González Diez

Mundo interior


Virginia González[1]

Lo maravilloso esta ahí, al alcance de la mano

René Rebetez

“La vida ya no se enmarca en una estructura ordenada ni se guía por unas coordenadas que generen una duración. Uno también se identifica con la fugacidad y lo efímero. De este modo, uno mismo se convierte en algo pasajero”[2]. Estas palabras del filósofo surcoreano afincado en Berlín Byung-Chul Han se hacen evidentes en la frenética vida que nos impone la sociedad actual.

Desde el siglo pasado lo fugaz y lo efímero marcan más que nunca las coordenadas sociales, pero ha devenido de repente una ralentización impuesta del ritmo social. Es especialmente en las circunstancias de confinamiento donde me quiero centrar. ¿Por qué? Porque tengo por costumbre escuchar con atención, y he vislumbrado un hilo conductor que en muchos discursos aboca a un pesimismo interior. En marzo de 2020 nos vimos inmersos en una vida completamente nueva que además vino marcada por circunstancias sociales adversas. Al principio, en el confinamiento hubo personas que estaban contentas, les venía bien el encierro para defenderse de los problemas con el Otro. Esto es porque existe algo que se juega en el goce cuando nos encerramos en nosotros mismos, pero a su vez el goce se convierte en autoerótico, se estanca y nos enferma. Para plantear esto Freud nos habla del amor narcisista, amor que lleva a Narciso a suicidarse en las distintas versiones del mito. En palabras del psicoanalista argentino Luís Darío Salamone[3], el estancamiento mortecino del goce se ve muy bien en quienes hacen de las drogas el partenaire. En las toxicomanías se genera un goce que se estanca, no hay metabolismo del goce y la pulsión de muerte comienza a jugar su partida.

El protagonista de la novela Un caballero en Moscú[4], un aristócrata condenado al arresto domiciliario de por vida en el hotel Metropol, refiere que si uno no domina sus circunstancias, se expone a que las circunstancias lo dominen a él. Con esta máxima es capaz de hacer que el goce circule a lo largo de toda la novela, no se estanca y el protagonista logra perseguir sus sueños. Para ello nos menciona la importancia de tener el interés para atreverse a salir a lo desconocido. El caballero de Moscú compara esto con  Marco Polo cuando viajó a China, o con Cristóbal Colón cuando viajó a América. 

Es evidente que no todo se puede conseguir, la vida no es un eslogan a lo Mr. Wonderful, aunque si ponemos el inconsciente a trabajar podemos salir de la repetición y de las fijaciones impuestas por los puntos singulares de goce. Hay que hacer un esfuerzo por crear, por desmantelar las relaciones problemáticas que cada uno de nosotros tiene con el Otro. Aquí no me refiero a taponar la falta en ser para consentir a la argucia neoliberal de explotarnos hasta el cansancio siendo Amos de nosotros mismos. Me refiero a mantener vivo el Deseo que se encuentra en el disfrute personal. La pandemia ha puesto de manifiesto que es necesario un cambio de vida  y de pensamiento, en el que no se excluya la capacidad de demorarse. La espera es generadora de deseo. Cada uno de nosotros tiene la solución para disfrutar del camino vivido, de abandonar el goce de la inmediatez y de hacer que en ese pesimismo interior opere algo del deseo.

Por eso en estos momentos de dificultad tener un rico mundo interior se ha tornado más necesario que nunca. Cultivarnos a nosotros mismos es la base para descubrir y abrir nuevas puertas que nos encaminen a una vida en la que pese a las circunstancias nuestra fugaz existencia se torne amable.

Comparto esto con los queridos lectores de la Revista Análisis, porque es bien sabido que en lo que escribimos siempre reflejamos algo de nosotros mismos. Creo que el pesimismo interior nos ha habitado a todos alguna vez, especialmente en tiempos de dificultad. Pero atreverse a comenzar la aventura de un análisis aporta otras miras. Se convierte en una brújula del Deseo que enriquece no sólo a quienes deciden dar el paso de comenzar un análisis sino también al entramado social en el que estamos inmersos. En mi caso cultivarme, tener un rico e infinito mundo interior, tener curiosidad e incertidumbres es algo innato que siempre me ha proporcionado alegrías constantes. Durante el confinamiento me he dado cuenta de que tener la sabiduría necesaria para compartir y contagiar esto es una virtud que mezclada con la bondad, la franqueza y la amistad permite que lo maravilloso esté ahí, al alcance de la mano.

Dedico este breve texto a mis amigos y familiares que siempre están ahí, y que por suerte son muchos.

BIBLIOGRAFÍA

  • BYUNG-CHUL, H., (2015). El aroma del tiempo. Un ensayo filosófico sobre el arte de demorarse. Herder, Barcelona.
  • SALAMONE, L.D., (2020). Relaciones Tóxicas. Conferencia Iom Río Gallegos. Buenos Aires.
  • TOWLES, A., (2016). Un caballero en Moscú. Salamandra. Barcelona

[1] Virginia González es Psicóloga, socia de la Sede de Palencia de la Comunidad ELP de Castilla y León. Actual Responsable de la Biblioteca de Orientación Lacaniana de CyL.

[2] BYUNG-CHUL, H., (2015). El aroma del tiempo. Un ensayo filosófico sobre el arte de demorarse. Herder, Barcelona.

[3] SALAMONE, L.D., (2020). Relaciones Tóxicas. Conferencia Iom Río Gallegos. Buenos Aires.

[4] TOWLES, A., (2016). Un caballero en Moscú. Salamandra. Barcelona.