Análisis 35,  Esther Mateo

Lecciones de la Pandemia


Esther Mateo[1]

Lecciones de la pandemia

…lección número 14 de la pandemia: 6 pies son dos metros (aproximadamente). Es la distancia a la que hemos tenido que caminar, respetar turnos, hacer colas…Tantos años viviendo en un país con un sistema de medidas diferente y siempre había encontrado la forma de manejarme en metros (mi inconsciente chovinista haciendo de las suyas). Esta pandemia sigue dándonos lecciones, pero hay alumnos buenos y malos. Se habla mucho de la falta de respeto de los jóvenes, pero sorprende que los mayores que ya se han vacunado tienen comportamientos igualmente desinteresados con el resto de la población. Somos unos animales egoístas incomodados con pequeños esfuerzos que bien pensado son unos lujos en muchas sociedades. Llevar mascarilla, molesta; no tener mascarillas, molesta más. No poder ver a mis amig@s/familiares, molesta; perder amig@s /familiares, molesta más. No tener vacaciones molesta; no tener trabajo, molesta más. En esta tendencia a mirar por las ventanas de Facebook/ Instagram no se nos ocurre pensar en que el mundo es mucho mayor que todo eso. Lo que no se ve, lo que no se dice, lo que se esconde no se tiene en cuenta. Y casi deberíamos dar las gracias al virus por darnos la oportunidad de abrir los ojos y cerrar la boca. Ver un poquito de qué va el Mundo. Al menos unos minutos, todos habremos reflexionado sobre la pandemia, pero solo algunos habrán hecho los deberes. Hay alumnos “buenos” y “malos”.

Lección número 15 de la pandemia: la vacuna no duele, no tiene chips y sus efectos secundarios bien merecen la pena. Es, después de todo una materialización de la meta, de la esperanza, la respuesta de tantos deseos de acabar con esta normalidad que tenemos desde hace un año. Basta con beber de fuentes rigurosas para saciar esta sed de respuestas. No se ha hecho con prisas ni saltándose pasos. Es sólo una prueba de que hay alumnos que hacen sus deberes y quizás, ¡ojalá! la puerta de salida de la pandemia. Moraleja: Yo me he vacunado y es además de antígenos, un chute de alegría e ilusión.

Lección número 16 de la pandemia: Cuando pensabas que no podrías hacer algo, te sorprendes haciéndolo y normalizándolo. No hay que subestimar tus capacidades. Ni las de tus padres octogenarios que de la noche a la mañana incorporan smartphones a sus vidas y te mandan un «guasa» (saludos papis 🙂).

Lección número 17 de la pandemia: El virus nos ha recordado eso de los sentidos. Sobre todo, lo de oler y saborear. En la mayoría de las ocasiones nos toca perder lo que tenemos para valorarlo, y más allá de la generalidad de la salud, olores y sabores que damos tan por hecho en nuestra vida han podido pasar a estar ausentes. ¿Cómo vamos a disfrutar de lo rica que está la tortilla o de las flores que están brotando ajenas a que hay una pandemia? El virus se ha llevado algunos de estos privilegios, y ha puesto en pausa el tocar/nos… La buena noticia es que aún nos queda ver (los que podamos), y sobre todo escuchar (los que podamos también). Orejas que soportan nuestras mascarillas y además nos llevan a oír. Ahí están las orejas cotizando a alza en una pandemia que no tenía invitación. Mi respeto a las orejas. Todo esto para decir, que, aunque sea por unos momentos, oler las algas de una ciudad costera donde has estado viviendo sin prestar mucha atención, tiene su punto. No porque se redescubra el sitio donde has pasado los últimos años. Sino porque ahora, huele a mar. 

Lección número 18 de la pandemia: Como profesional de la salud, me ha sorprendido la falta de protección que teníamos hasta marzo de 2020 con la sola barrera de una mascarilla quirúrgica y trabajando a escasos centímetros de los pacientes. No es raro que este año no conozca ningún colega enfermo de gripes ni resfriados comunes (Resulta evidente que las mascarillas Fpp2 han venido para quedarse en nuestro mundo).

Lección número 19 de la pandemia: Las personas estamos MUY nerviosas, y desde ese otro lado de esa mascarilla de la que hablaba, se ven muchos dientes rotos, muchas lenguas mordidas. Gente que está pidiendo ayuda sin necesidad de decir nada.

El bruxismo es un hábito (nocivo e inconsciente en la mayor parte de los casos) secretamente relacionado con el estrés. Un mecanismo de escape de nuestro cuerpo que alivia o intenta aliviar la tensión contenida desgastando los dientes, los empastes o lo que se encuentre por delante (lenguas, cara interior de las mejillas, reconstrucciones dentales etc). Esta sobrecarga hace que se fatiguen los músculos, y de aquí a despertarse con dolores de cabeza o cervicales hay un paso. Por ello la importancia de pedir ayuda y buscar profesionales que te ayuden a leerte.

Lección número 20 de pandemia: Cada vez que nos encontramos con alguien nuevo, les ponemos una cara y nos lo creemos, y cuando, por trabajo (rompo el misterio; soy dentista) les pido que se quiten la mascarilla, me cuesta creerme que las caras reales son las verdaderas caras. A veces les recuerdo cómo los conocí antes de quitarse la mascarilla, con sus dientes reales, pero sus caras imaginadas.

Lección número 21 de la pandemia: Un año después, ya no se nos olvida (con tanta frecuencia al menos) eso de llevar la mascarilla cuando salimos a la calle, pero alguien debe llevar de repuesto. Todos los días veo en la calle alguna mascarilla desechada y contaminando doblemente la ciudad costera que huele a mar. Sigue habiendo gente muy insolidaria. No sólo basta con las lecciones para aprender, también hay que tener en cuenta que hay alumnos “buenos” y “malos”…


[1] Esther Mateo escribe desde St Helier, (isla de Jersey en Inglaterra) donde trabaja como Odontóloga.