Análisis 37,  Esther Mateo

Hablaba porque no tenía nada que decir

Esther Mateo [1]

Ay, amiga, eso depende del alma que tenga “de lo que se habla”.

La semana pasada escuché a una podcaster describiendo su papel en el programa (La Rubia y la Quinqui), y comentaba que ella “hablaba y hablaba” porque no tenía “nada que decir”. Y así, sin saberlo, o disimulando muy bien que lo sabía, acababa de abrir un gran melón: hablar por hablar.

¿Serán entonces sus seguidores unos escuchantes de palabras vacías? No entrar en temas profundos que nos lleven a esos lugares más oscuros e incomodos no nos dejará parar el conflicto. No nos transforma. ¿Por qué no callar? Dan miedo los silencios. Quieren decir mucho y a veces hacen más ruido.

En ocasiones parece que hablamos a otros y es un discurso para nosotros. Qué reconocible es el sanitario que habla a un paciente, “suelta el rollo” que tiene integrado, marca el tic en la casilla de “transmitir mensaje a receptor” y listo. No pasa de ahí. El “habla” como comunicación y falta de ésta.

Lo que me lleva a la expresión “hablar en otro idioma”. Como emigrante, tengo que reconocer el esfuerzo de vivir en un país no hispanoparlante.  No hablar en tu lengua materna es un filtro para saber quién quiere seguir con la conversación a pesar del acento, con ganas de entenderse, y quien ha decidido que ya no le interesas. Es una frustración, al principio cuando el habla no permite espacio al humor como comunicación. Hasta que pasa el tiempo, y ese “habla en otro idioma” no es tan extraña y te deja ser tú, pero transformada. El habla te transforma.

Decía el otro día Clara Lago, la actriz española, que “de lo que no se habla, no existe” (haciendo referencia a la salud mental). ¡qué difícil!, ¿verdad? ¡qué difícil hablar de todo lo que existe! Eso podría ser un buen objetivo del hablar: sacar a la luz “lo que existe”. Como vehículo. Como herramienta de terapia.

El hablar también puede volverse en nuestra contra, y revelar cosas que no queremos decir, que hacen daño. A nosotros y a otros.

Sobre hablarnos, sobre esa voz que “nos habla” y de cómo gestionarla, trata un libro que leí recientemente traducido como “Chachara” (de Ethan Kross). El autor da estrategias para distanciarnos de ese parloteo que puede ser tormento y terapia. Hablarlo con otros, es una de estas estrategias. Hablar hacia fuera, en mi opinión, es transformación.

Hablar ordena muchos conceptos de esos que lo invaden todo a ratos, y expresarlos para que sean oídos (y escuchados en el mejor de los casos), hace que sea más fácil mirarlos de frente. También ocurre cuando escribimos. A mí me pasa…Cuando los tienes delante, no dan tanto miedo. Las inseguridades, las penas, los temores etc. se transforman en palabras. Y nosotros, al hablar, nos transformamos. El hablar te transforma.

Dejaré para otro rato comentar la curiosa reacción de mi novio cuando propongo aquello de…tenemos que hablar…


[1] Esther Mateo escribe desde St Helier, (isla de Jersey en Inglaterra) donde trabaja como Odontóloga.