Ana Victoria Llamas Picorel,  Análisis 34

El amor, (lo) cura…todo

Si hay un concepto fundamental en Psicoanálisis que une a todos los analistas por igual, ese es la transferencia. Ya Freud (1978), en su epílogo del caso Dora, habla de la transferencia: “son reediciones, recreaciones de las mociones y fantasías que a medida que en el análisis avanza no pueden menos que despertarse y hacerse conscientes: pero lo característico de todo el género es la sustitución de una persona anterior por la persona del médico”. Esta idea sigue vigente tomando otras formas más románticas como el «amor de transferencia» , sin duda, la base de la cura analítica. Es un amor que cierra las heridas del pasado, un amor que salva de enloquecer en los momentos más bajos…ese amor que solo se puede obtener de la figura del analista. ¿Pero, cómo se configura?, parecen palabras en un diván, la silueta de un otro que escucha, una interpretación que cala hasta lo más hondo…amor que se repite como el eco de un fantasma familiar. Pero el amor en ninguna relación es causa necesaria ni suficiente para iniciarla ni mantenerla, ¿Por qué en la terapia psicoanalítica sí? ¿Es por consiguiente otro tipo de amor?

Algunas de estas preguntas vuelven a formularse dentro del Neuropsicoanálisis, donde busca articular en este campo los hallazgos de las neurociencias y del psicoanálisis ampliando el marco interdisciplinario comprehensivo (Sassenfeld, 2008). Esta nueva línea intenta demostrar, entre otras cosas, de mano de la investigación científica, que los postulados psicoanalíticos tienen una base neurológica. Cohesionado por primera vez en un todo la parte humanística y la parte neurocientífica, conjugando cerebro y psique.

El objeto privilegiado de estudio de la teoría psicoanalítica son las asociaciones que se establecen entre los afectos y el discurso (García de Frutos, 2011). Y no tiene que ser después de meses de terapia, puede haber una interacción transferenciada desde el primer encuentro por parte del paciente y del analista, puede ser un gesto, una palabra o una simple mirada (Coderdh, 2012). Incluso una pretransferencia sin contacto, donde el analista es una persona recomendada o criticada al posible paciente por un tercero y sólo conoce de él las palabras oídas. En este momento, la persona comienza a configurar una idea de quién es ese analista, magnificando o disminuyendo sus características según el discurso oído y sus fantasías propias.

En la situación analítica propiamente dicha, tanto el contenido semántico como el tono de la voz del paciente en conjunto con sus gestos, estimulan en el analista los circuitos neuronales correspondientes a esos mismos estados emocionales, aunque de un nivel de intensidad menor, pudiendo comprender qué le ocurre al paciente (Coderch, 2009). Claro está, que a la inversa también ocurre algo similar, el tono del analista, sus gestos faciales (si es cara a cara la terapia), los silencios…etc., provocan en el paciente una simulación, un feedback emocional entre ambos, una transferencia como denomina Coderch (2009), co-creada. En términos más exactos, la percepción del cuerpo del otro incluye la consideración sistemática de la expresión general, expresión facial, postura, actitudes, gestos, tono muscular… presentes en el cuerpo del paciente, además del registro de impresiones sensoriales e intuitivas subjetivas variadas que experimenta el terapeuta. Asimismo, puede incluir la adopción e imitación de la postura general o particular del paciente con la finalidad de experimentar desde un punto de vista empático las sensaciones, sentimientos y pensamientos que ésta hace surgir en la experiencia del terapeuta. (Sassenfeld, 2008). Es, en resumen, la tan conocida «escucha analítica» que caracteriza al buen Psicoanálisis, o lo que es lo mismo, mantener activo el hilo invisible de la comprensión ininterrumpida interacción entre paciente y el analista (Coderch, 2012).

Pero todos los caminos de rosas tienen sus espinas, y como tal, todo amor tiene una cara de odio, de rencor y de dolor. La transferencia puede tomar un cariz no solo positivo, si no también negativo, al igual que el amor de forma inherente engendra al odio (Pommier, 1997). Cuando se toma en cuenta una sola transferencia, esa escucha mantiene al analizante exclusivamente en cierto camino, lo que le será útil para explorar la mitad de su recorrido. Sin embargo, es frecuente que muchos declaren no haber hablado nunca antes de la otra parte (de su madre o de su padre), produciéndose generalmente un segundo análisis para suplir las carencias del primero. A este hecho se le conoce con la expresión deuxième tranche d ́analyse, “segunda lonja de análisis”. Será crucial la capacidad del analista para dejar al analizante ir a donde desee, evitando los límites de la escucha parcial (Pommier, 1997). Este incesante intercambio psíquico que dará como resultado la transferencia, en gran medida, transcurre de forma inconsciente (Sanssenfeld, 2010) y, como señala Sassenfel (2008), ocurre en dos niveles al mismo tiempo: existe un proceso verbal explícito de comunicación ligado al funcionamiento del hemisferio cerebral izquierdo y un paralelo proceso no-verbal implícito de comunicación vinculado con el funcionamiento del hemisferio derecho. En virtud del feedback creado entre ambos, el paciente recibirá del analista una versión modificada de su propio estado emocional que tendrá como resultado un efecto regulador sobre ese estado (Coderch, 2009). Este feedback puede darse gracias a la plasticidad neuronal que tiene el cerebro, permitiendo así las modificaciones mencionadas y los nuevos aprendizajes. El fenómeno de la plasticidad neuronal, demostrado a nivel neurofisiológico, impide concebir el cerebro como un objeto inmutable. Si a nivel macroscópico la anatomía permanece aparentemente inalterable, las conexiones celulares están siempre sometidas, al menos potencialmente, al cambio (Coderch, 2009 y Cohen, Basili, Sharpin, 2009). Son, en concreto, los circuitos neuronales correspondientes al sistema de Neuronas Espejo, relacionadas con los comportamientos sociales, empáticos e imitativos, reflejando la actividad que se observa, por eso, son primordiales en el aprendizaje. Estas neuronas son la base conceptual, junto con la plasticidad neuronal, para entender relaciones interpersonales y por ende su repercusión en la dinámica co‐transferencial (Garza Eliozondo, 2015).

A media que avanza el análisis, diferentes transferencias se dirigen hacia el analista hasta que una se afianza, invistiéndolo como objeto de amor. Esta transferencia trae consigo la resistencia, representado al psicoanalista como un obstáculo, una consecuencia inevitable dónde tendrá que estar a la altura, no para hacerlo desaparecer, si no para purgar este desborde y leer en ese saber inconsciente (Pommier,1997)). La cura se encuentra a cada instante en riesgo de no producirse, porque todo lo que la acerca a ella, también la aleja. Y esta paradoja es intrínseca al análisis, necesaria e inherente.

La represión, y por tanto lo inconsciente, resulta de un primer amor cuyo trauma fue preciso olvidar, y la transferencia lo reactivará en la persona del analista. Impregnará la vida del sujeto desde cualquier área, razón o emoción, desde el amor más poético a la química cerebral. Quizás se pueda hablar de un nuevo amor, otro tipo de amor…un amor-todo.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Cohen D, Basili R, Sharpin de Basili I. (2009). Un modelo neuropsicoanalítico freudiano del trauma psíquico y la memoria. Aplicaciones teóricas y clínicas. Revista Argentina de Psiquiatría. Vol. XX: 93 – 103.

Coderch, J. (2009). Neurociencias y modelo relacional. Clínica e Investigación Relacional. Vol. 3 (1). Pp.39-53.

Coderch, J. (2012). La relación paciente-terapeuta. El campo del psicoanálisis y la psicoterapia psicoanalítica. Barcelona, España: Herder.

Freud, S. (1978). Fragmento de análisis de un caso de histeria; Tres ensayos de teoría sexual y otras obras. Vol. 7 (1901-05). Buenos Aires, Argentina: Amorrortu.

Gallego Calvo, E. (2015). Importancia de los factores ambientales en la maduración neurofisiológica, la evolución cognitiva y la estructuración psíquica. Relevancia etiológica. Revista de Psicoterapia Psicoanalítica (17).

García de Frutos, H. (2011). Neurociencias y psicoanálisis: consideraciones epistemológicas para una dialéctica posible sobre la subjetividad. Revista Asociación Española de Neuropsicología. Vol. 31 (112), 661-678. doi: 10.4321/S0211-57352011000400005.

Garza Elizondo, J.L. (2015). Compatía y sistema de neuronas espejo: Los fundamentos del ser y estarenelmundo. Clínica e Investigación Relacional, 9 (1): 153‐162.

Pommier, G (1997). El amor al revés. Ensayo sobre la transferencia en psicoanálisis. Buenos Aires, Argentina: Amorrortu.

Sassenfeld, A (2008). Lenguaje corporal e intencionalidad relacional. Revista GPU. Vol. 4 (1) pp 83-92.

Sassenfeld, A. (2010). Fundamentos de la relación psicoterapéutica en la psicoterapia corporal relacional. Vol. 6 (1). Pp. 51-62).

Ana Victoria Llamas-Picorel