Análisis 34,  Editoriales

Editorial Nº 34

EDITORIAL

Afirma Vicente Palomera en el artículo que nos presenta en esta Revista, que “es impresionante que Freud, tras cuarenta años de trabajo sobre la neurosis, termine considerando que la sexualidad es, en sí misma, sintomática y que, después de haber pensado, que los neuróticos eran sujetos que se defendían de la sexualidad, acaba pensando, a la luz de su experiencia del inconsciente, que hay algo inasimilable en la misma sexualidad”. Pues bien lo inasimilable es el motor que nos conduce una y otra vez a pensar los asuntos del amor, el deseo, el goce, las relaciones entre los sexos, su discordia, el malentendido…De hecho en nuestra pequeña Comunidad de Castilla y León, dedicamos este curso 2019/2020 a estudiar el impresionante Seminario de Jacques Lacan, Aún (Encore), dedicado a la escritura de la no relación sexual, a los problemas (y ventajas) del amor, a su enseñanza de los años 1972-1973.

Por ello dedicamos este número de Análisis a glosar aspectos del amor en distintos artículos: “El amor en los tiempos del Tinder”; “Divorcio en Buda”; “Los espejismos del amor: Stendhal, Chateaubriand, y otros”; “Amor, poesía, bittersweet”; “El amor, (lo) cura…todo”. Y así. Lo aprendimos en Encore: Lo que suple la relación sexual es precisamente el amor. Lacan dixit.

Unos días antes de partir para Valencia para asistir a las XVIII Jornadas de la ELP, dedicadas precisamente a “La discordia entre los sexos”, tras asistir a la excelente conferencia de Rosa López (“Yo es otro: el drama de la identidad”) en el Ateneo de Palencia, organizada por el SCF de Castilla y León, seguimos pues, encore, aún, “hablando de lo único” (en chiste de Mafalda), o si se quiere, pensando de nuevo con las letras del siglo XXI enfilando a su segunda década, las querellas sobre el sexo de nuestra época, que si no es la de la Viena de Freud de comienzos del XX, ni la década de los setenta del París de Lacan, son los anhelos de los psicoanalistas de Castilla y León del momento, (“La pregunta que navega las olas, de Antonio G. Cenador), las reflexiones de los analizantes, de los estudiantes y participantes del Seminario del Campo Freudiano de Castilla y León, (véase “El narcisismo del terapeuta”, de Ángela Argüeso), de los socios de la sede (Virginia González, Carreño), de los poetas y escritores de nuestra tierra (Gamoneda, Julián Alonso), de los amigos del país del psicoanálisis (Gustavo Dessal, escritor y psicoanalista muy querido por los suscriptores de esta Revista, puntual cada número), como gustaba de expresar Judith Miller.

Este número habla de libros también, de Los que callan, de Rebeca García Nieto, psicóloga clínica y participante otrora en el Seminario del Campo Freudiano. Del lúcido prólogo del muy lúcido Antonio Gamoneda a Vecinos ilustrados, encore, que publicáramos este verano pasado. Del primer libro de Enrique Gómez Crespo, Esos cielos que se le caen al mar, atravesados del saber del psicoanálisis cocinado a fuego lento en una sorprendente poesía secreta, en el decir de Lorca.

Y también habla de las Presentaciones clínicas, un compendio de saber más, de José María Álvarez, una guía de uso práctico, un auténtico manual para quien ha de presentar casos clínicos a debate, a consulta, a investigación. El camino que nos lleva. La ruta de nuestro quehacer cotidiano, la que nos evoca el poema de Gabriel Celaya: “Seguir es lo que cansa/ y acabar es difícil”.

Que este número te agrade, querido lector de Análisis, revista que nació en la primavera del año 2000, y que permanece, como se lee en el poema de Abraham Gragera (“El tercer día”):                                                    

Junto al pozo

como un árbol talado

donde se hunden

los ojos contra el cielo

de espaldas

noche a noche

para ver los anillos

deshacerse en la orilla

como estrellas fugaces

hay un árbol talado como un pozo

donde se oyen

los caballos sin dueño

de la lluvia

salir a todas partes

y el temblor de las hojas

recién nacidas

ninguna soledad

se nos parece

Editorial

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