Análisis 36,  Miriam Leza

Cuéntame, ¿quién eres tú?

Miriam Leza[1]

“Estando en Australia en una casa especializada para niños con dificultades, me ponía enferma verlos invadir su espacio personal con sus cuerpos, su aliento, sus olores, sus risas, sus movimientos y sus ruidos. Enloquecidos agitaban sonajeros y objetos ante aquella niña, como dos brujos desatados que esperan exorcizar el autismo. Según ellos, necesitaba una dosis de experiencias, que su infinita sabiduría sobre el mundo podría aportarle. Si hubieran podido usar una palanca para forzar la apertura de su alma y atiborrarla con el mundo, sin duda lo habrían hecho, sin percatarse siquiera de la muerte de su paciente en la mesa de operaciones. La niñita gritaba y se balanceaba tapándose las orejas con los brazos para amortiguar el ruido y bizqueando para ocultar el bombardeo de la detonación visual. Yo observaba a aquella gente deseando que también ellos conocieran el infierno de los sentidos. Observaba la tortura de una víctima que no podía defenderse en un lenguaje incomprensible. Aquellos cirujanos operaban con instrumentos de jardinería y sin anestesia, prescindiendo de la angustia y del llanto de la niña”. (Donna Williams).

Cuando se ensordece ante el decir del niño autista, cuando se le aloja en un “todos iguales”, levantando así los muros de una categoría que determina siempre un para todos, o cuando se le reduce a su comportamiento, destacando la alteración de la normalidad y estableciendo un ideal de ser y hacer exclusivo, se lleva por delante al sujeto único que hay detrás. Por ende, su forma particular de situarse en el mundo, su manera de ser, su modo de funcionamiento, su sufrimiento, su singular respuesta ante los acontecimientos contingentes de su propia historia y ante lo que viene del Otro, quedan totalmente anulados.

Cada niño autista, por encima de todo, es un sujeto único, distinto a cualquier otro, sin par, con su individualidad, su idiosincrasia, su excentricidad, con sus potencialidades, sus incapacidades, con su manera de ser, su posición ante el mundo, con su libertad, con su derecho a ser autista…

Ese derecho, esa decisión insondable, no es premeditada, ni lógica, ni pensada. El lugar y el momento donde se produce quedarán para siempre fuera del alcance de los adultos, incluso del mismo sujeto.

Lo que está verdaderamente en juego es la interpretación que el niño hace del vínculo que se está produciendo por el adulto. Cuando algo se resquebraja en la confianza que el pequeño debe depositar en el cuidador para depender de él, aparece una vivencia de angustia y hostilidad hacia el mundo que le rodea. Ese otro, al que vive como intrusivo, perseguidor, como fuente de angustia y miedo, …le empuja a replegarse sobre sí mismo, encerrándose en su burbuja, fracturándose así, ese vínculo que estaba por construirse.

Las consecuencias de esa posición que recaen, sobre todo, y por encima de todo, en el mismo, lo hacen sufrir. Se queda sin la imagen de un semejante al que alienarse y construir así su cuerpo, su yo. Su cuerpo sin límites, hecho pedazos, se queda sin esa cobertura que le permitirá sentirse envuelto de manera continuada y por tanto unificado. No podrá interiorizar a ese otro, por lo que la sensación de vacío y la amenaza de muerte, pueden estar presentes. Su cuerpo fragmentado, en un estado de no integración, sin unificar, un yo corporal no diferenciado de los otros, quedará repleto de angustias. Ya que él, como todo ser humano, ha venido al mundo con una sorprendente inmadurez, prematuridad, donde seres que hablan le recibirán. La palabra moldeará al ser que acaba de nacer hasta humanizarlo.

Pero él tampoco se deja bañar por esas primeras palabras que vienen del Otro al que no puede alienarse, por resultarle perturbador, persecutorio, no pacificador.

Esta realidad imposibilita al sujeto autista o le dificulta enormemente, entrar en el marco simbólico del lenguaje. Por lo que este no hace mella en él. En consecuencia, se queda sin brújula, faro, guía para orientarse en el universo de la realidad. De ahí que habita un mundo caótico, sin ley, sin orden, sin sentido, absurdo, incoherente, incomprensible, imprevisible, agresor, intrusivo.

No es posible desarrollarse como persona en un universo en el que no se tiene agarre simbólico, en el que no se tiene un otro.

No obstante, este mundo caótico, angustiante también le genera vida, dándole la oportunidad de crear mecanismos defensivos para “domesticarlo” y para desangustiarse. Estos artilugios singulares, únicos, del propio sujeto son de un inmenso valor para él, ya que le sostienen y le permiten transitar en este mundo inhabitable, construyéndose así un lugar vivible.

Es él, el propio sujeto concernido, el que posee, por tanto, un saber preciado, el saber supremo sobre él mismo, sobre su funcionamiento. Él sabe de qué habla, por lo que es importante tomarle en serio, acogerle, aceptarle y quererle tal y cómo es, dándole la posibilidad de ser plenamente lo que es, con su originalidad, aunque sea extraño y perturbador. Su fuerza, que tiene la función de protegerle contra la angustia, reside justamente del lado de su singularidad.

Acercarse respetuosamente, sin prejuicios y dispuesto a aprender cosas nuevas, permitirá aproximarse a su vida, a su sufrimiento, a sus formas de pensar y sentir, a sus modos de enfrentarse a su cruda realidad, …penetrando así en su caparazón, en su opaco mundo.

Por contra, si se quiere reeducarle, sometiéndole sin su consentimiento a la voluntad del Otro, ignorando su temor y su angustia, pueden darse efectos devastadores sobre el sujeto, pudiendo llegar a una situación que roza el maltrato. De igual modo, cuando no hay nadie que pueda escuchar y acompañar adecuadamente el sufrimiento del niño, la angustia puede crecer de manera exponencial quedándose realmente solo ante el mundo. Negándole así, su derecho a un acompañamiento para abordar su sufrimiento.

Todo un regalo, son los duros, reales y entrañables testimonios de autistas. Son de un valor inconmensurable para poder entender un modo de funcionamiento que desafía la lógica común, generando por ese mismo motivo, grandes incomprensiones y rechazos.

Palabras que emocionan y van directas al corazón:

“quiero dejar de ser un dentrodemi”

“yo no encajo en este demente cobarde horrenda sociedad”

“la soledad es mi enemiga

e intrepido guerrero luchare contra ella”

“yo tengo sentimientos como todo el mundo

lo único es que no puedo mostrarlos

estan encerrados dentro de mi y no pueden salir

yo siento alegría dolor y también tristeza

todo como la gente normal”

“cuando mas seguro me siento es por la noche porque todo esta apacible yo necesito paz para ser feliz en mi mismo”

“no puedo averiguar por que tengo que vivir tan amurallado

en mi cabeza se pensar clara y objetivamente

y tambien se sentir

pero cuando en este mundofueradelacaja quiero poner emocionantemente en practica los mas simples actos no lo consigo me salta la inquietud miedo y necio panico me llevan casi a la desesperación”

“yo quiero vivir ahora como uno del monton simplemente

igual que todos […]

estaría tan tan contento

quiero colaborar de modo realmente ferreo

deseo tanto tener una vida normal”

“desgraciadamente nadie imagina que trabajo cuesta transformar lo asocial en social

transformar cambiar ferreamente algo sin sentido

en algo pleno de sentido requiere mas energia de la que vosotros podeis echar claramente de ver”

(Birger Sellin)

[…] “En un mundo bajo cristal

puedes ver cómo el mundo pasa,

nadie puede tocarte,

te crees que estás segura.

Pero el viento puede ser frío

en lo más hondo de tu alma,

donde crees que nada puede dañarte

hasta que es demasiado tarde.

[…]

No lo pienses dos veces,

solo deberías escuchar,

correr y esconderte

en los rincones de tu mente,

sola,

Como un nadie en ningún lugar”

(Donna Williams)

“Si yo pudiera chasquear los dedos y no ser autista, no lo haría: porque entonces no sería yo. El autismo forma parte de lo que yo soy”

(Temple Grandin)

Este legado de palabras, son un canto a la libertad, y una prueba de que es posible encontrar un lugar en un mundo que inicialmente se les presenta como desolado y aterrador. Un mundo difícil de imaginar, y que no dejará a nadie indiferente.

I, niño autista al que tuve la suerte de acompañar, me brindó toda una oportunidad para sumergirme en él. Fue todo un regalo. Él, entre otros, me empujó a escribir un escrito que lleva el título y todas las ideas que te has encontrado en este artículo. Ideas de grandes libros. Mi labor e intención fue clasificarlas, ordenarlas, clarificarlas, simplificarlas, enlazarlas y envolverlas con mi estilo, para que llegasen directamente a ti, acompañante de sujetos autistas, para que te resultase más sencillo conocerles y comprenderles uno por uno, para colocarte en sus zapatos, y emprender un acompañamiento suficientemente bueno hacia la pacificación y la construcción de un mundo menos angustiante.

Como agradecimiento y desde mi corazón, unas palabras para ti, niño autista que acompaño:

Encerrado en tu bastión

con tu fiel compañera la angustia

que me llama desesperadamente

gritando sin cesar ayuda.

No es posible ensordecerse

a semejante alarido,

destruir tu fortaleza

mi deseo más querido.

No valen fuerzas destructoras

ni adiestramientos absurdos,

pero si acoger tu pack extraño

y guiarte por detrás tuyo.

Con tus muletas y soportes

sostendrás el caos nauseabundo,

caminando estaré a tu lado

hasta que puedas salir al mundo.

BIBLIOGRAFÍA

ACOUTOURIER, B.: “Los fantasmas de acción y la práctica psicomotriz”, Barcelona, GRAÓ, 2004

ANZIEU, D.: “El yo-piel”, Madrid, BIBLIOTECA NUEVA, 2010

CARBONELL, N. Y RUIZ, I.: “No todo sobre el autismo”, Barcelona, GREDOS, 2013

EGGE, M.: “El tratamiento del niño autista”, Barcelona, GREDOS, 2008

GRANDIN, T..: “Pensar con imágenes. Mi vida con el autismo”, Barcelona, ALBA, 2006

MALEVAL, J.: “El autista y su voz”, Madrid, GREDOS, 2011

MORRAL, A.: “El cuerpo en el autismo”. XV Jornadas de práctica Psicomotriz. Cuerpo y realidad. Vitoria-Gasteiz, 2021

SELLIN, B..: “quiero dejar de ser un dentrodemi”, Barcelona, GALAXIA GUTENBERG, 1994

WILLIAMS, D: “Nadie en ningún lugar”, Barcelona, NED, 2015


[1] Miriam Leza es Educadora infantil. Grado en Maestra de educación infantil y de pedagogía terapéutica. Pedagoga. Terapeuta psicomotriz. Máster en psicopatología y clínica psicoanalítica por la Universidad de Valladolid.