Análisis 35,  Claudia Do Minh

Archipiélago de sueños


Claudia Do Minh[1]

 Despejando la niebla del sueño abrimos los ojos y despertamos. Esta acción se convierte en un puente entre dos mundos: siendo el comienzo diurno, la primera letra en la página que escribimos a través de los días, y a su vez, nuestro punto final en la incursión en el mundo de los sueños. La separación entre uno y otro no es tan clara, las acciones que acontecen durante la vigilia no son las únicas que definen y escriben nuestra biografía. Respecto a ello, el filósofo Paul B. Preciado sostiene: “la vida empieza y termina en la inconsciencia, de modo que las acciones que llevamos a cabo en plena consciencia no son sino islotes en un archipiélago de sueños”[2]. Es decir, lo que vemos, lo tangible, nuestra vida diurna, no es lo único que conforma la vida. La realidad es compleja y volátil, y aunque la encapsulamos con el lenguaje y la manipulamos a través de él, se escapa ligera y continúa su movimiento como agua que fluye.

Por otro lado, como expuso Kant, hay categorías que condicionan nuestra percepción de la realidad y entre ellas se encuentra el tiempo. No podemos escapar de él, es una condición necesaria para que los objetos sean dados a nuestros sentidos, pero quizás sí podemos cambiar nuestra percepción y relación con el tiempo. Actualmente, con el frenesí́ de la sociedad occidental, medimos el tiempo en términos de productividad y lo sometemos a la presión de lo no acontecido, el futuro. Esta dinámica se ha visto alterada debido al parón en nuestra actividad normal tras la pandemia. El no poder contar con la seguridad de un futuro planificado y la imposibilidad de someter nuestras acciones a él ha desmontado la jerarquía de nuestros pensamientos, nos ha dejado perdidos en un eterno presente. A su vez, esto ha provocado una tendencia a considerar que ha sido un año en blanco, que incluso se intente borrar de nuestras memorias, porque el no haber “producido” lo categoriza como año perdido. Es curioso observar cómo nuestro lenguaje refleja y alimenta el concepto de tiempo en términos de productividad, utilizamos verbos como desperdiciar, perder y malgastar, clasificando y jerarquizando el tiempo. Pero los momentos de parón y reflexión son necesarios para dotar de significado a la actividad.

El término japonés MA (pausa, espacio, abertura o intervalo) nos ilustra este concepto, no refiriéndose simplemente a un vacío o la ausencia de contenido, sino que se refiere a un espacio consciente, una respiración que permite poner en valor las otras partes de la obra o incluso crear nuevos significados. Encontramos el MA en las pausas entre las palabras, las cuales ayudan a enfatizar las mismas, en la quietud que necesitamos para mantener el significado de nuestras vidas, en los intervalos o silencios entre las notas y en los contornos de los bailarines detenidos en una pose.

Este concepto japonés también se encuentra reflejado en el arte occidental, especialmente en la música del compositor estadounidense del siglo XX, Morton Feldman, que sin necesidad de palabras nos sumerge en una experiencia sonora donde el MA habita. La extensión durante horas de sus obras y su característico uso del silencio nos brinda una sensación de continuidad, más que mostrar vacío y fragmentación, nos facilita el espacio para percibir el sonido. En una entrevista con el musicólogo Jean-Yves Bosseur, Feldman expresó esta experiencia con una simple frase: “mi música está dentro del silencio”[3]. El tiempo sigue transcurriendo libremente en estos silencios porque Feldman tenía como objetivo dejar al tiempo tranquilo y no tratarlo como un elemento compositivo, sin compartimentarlo y medirlo como la tradición musical occidental había estado haciendo hasta entonces. Para ello, Feldman se sirve de la pintura como inspiración, gran admirador y amigo del grupo de los expresionistas abstractos de Nueva York, se definía como un compositor de superficies, de cuadros de tiempo como él mismo solía decir, y al igual que la difusa frontera entre la vida de los sueños y nuestras actividades diurnas, la música de Feldman se mueve entre dos mundos: la pintura y la música. Entrelazando secciones, superponiéndolas, creando la borrosidad de los contornos de Rothko en la música, Feldman consigue unir ambas disciplinas, brindando una nueva percepción del tiempo y espacio en la música, y la belleza de ésta reside precisamente en el silencio que completa el sonido, en la inesperada pausa entre una nota y otra, en el MA. Esta serie de características hace que las obras de Feldman tengan un carácter enigmático, lo cual confiere libertad al oyente para su interpretación y recuerda a los cuadros de Rothko donde la aparente sencillez se crea a través de una gran complejidad. A su vez, la gran dimensión de las obras de ambos artistas –la magnitud de los cuadros de Rothko y la extensión de la música de Feldman–, nos confrontan con nuestra propia insignificancia, con nuestra humanidad.

Observar, escuchar, sumergirnos en la obra de Feldman y Rothko nos puede orientar en nuestra búsqueda diaria de aquellos islotes diurnos que están llenos de MA, en donde nos paremos, cerremos los ojos y aprendamos a ver. Quizás así́ poco a poco brindemos un significado a estos años de pausa, porque como una pieza de Morton Feldman, la vida con sus silencios transcurre con una incansable continuidad. En el mundo actual donde todo queremos materializar, donde el tiempo parece estar en nuestra contra y nunca ser suficiente, la música de Feldman puede ser el refugio que pacientemente nos recuerde las palabras de John Cage: “la misma práctica de la música, y especialmente la de Feldman, es una celebración de que nada nos pertenece”[4].


[1] Claudia Do Minh Ramos es violista, estudió sus estudios superiores de música en Leipzig (Alemania) y realizó el Master en el New England Conservatory en Boston. Ha ofrecido números conciertos como intérprete y ha sido la violista fundadora del cuarteto Rasa en Boston. Actualmente compagina su carrera como músico con la pedagogía, a la vez que sigue alimentando su interés en la pintura y la literatura.

[2] Preciado, P. Un apartamento en Urano (2019).

[3] Ilic, I. Away from the big cities: Morton Feldman interviewed by Jean-Ives Bosseur (2015).

[4] Cage, J. Lecture on Something (1950).