Análisis 36,  Jesús Morchón

Aislamiento

Jesús Morchón[1]

Cierro los ojos. Cierro la boca. Cierro todos los agujeros de mi cuerpo.

Que nada entre dentro de mí. Que nada salga.

Me encierro. Me aíslo. Como si no existiera.

Que nada me roce. Que nada me toque. Que nada me ensucie.

Que nada me corte. Que nada me lastime.

Si no veo no me ven.

Si no hablo no me oyen.

Si no me muevo estoy a salvo.

Si abro los ojos me salta la lejía, el jabón, el champú, la brasa de un cigarro, la saliva del que me habla, el viento me hace llorar, la luz de las lámparas me quema la retina.

Si abro la boca me entra el aliento de los demás, el polvo y la suciedad de los suelos, los gérmenes de los pomos de las puertas, los alimentos contaminados, me salen palabras que no quiero decir.

Los ojos y la boca me definen.Hablan de mí.Me reconozco en el espejo y me reconocen los demás.Fundan mi identidad.

Ojos hermosamente violetas de Elizabeth Taylor.

Ojos profundamente tristes de Montgomery Clift.

Ojos irresistibles de granuja de Robert Mitchum.

Ojos violentamente viriles de Marlon Brando.

Ojos perdidamente seductores de Humpfrey Bogart.

Ojos desmesuradamente vivos de Bette Davis.

Los ojos traicionan y se posan sobre lo que no deben ver.

Atenea dejó ciego a Tiresias por sorprenderla bañándose desnuda.

Edipo se arrancó los ojos ante el horror de la verdad.

¿Mejor no tener ojos y no ver?

Homero pudo ver la guerra de Troya.

Milton, el paraíso perdido.


[1] Jesús Morchón es psiquiatra y poeta. Ha dirigido el Hospital Psiquiátrico Santa Isabel de León.