Análisis 37,  Jesús Pol

La llegada

Jesús Pol [1]

No sé a dónde llevan las líneas que abren este camino, las resonancias de un título que ha venido a mi cabeza estos días avivan la llama de estas palabras. Recuerdo que vi esta película de Denis Villeneuve en los cines Ortega en 2016, una de las primeras que veo allí.

“Solía pensar que ese era el principio de la historia, la memoria es extraña, no funciona como yo pensaba, estamos tan limitados por el tiempo, por su orden…”. En voz en off, enfocando a una ventana y con la lluvia de fondo, suenan estas palabras de la protagonista, Luise (Amy Adams), como obertura de esta obra de ciencia ficción que, sin grandes alardes y con una estética suave, te envuelve en la historia de un encuentro que bordea su imposibilidad con el arnés del lenguaje. La Llegada marca un comienzo donde final y principio se confunden disipando la causalidad tal y como sucede en el mundo cuántico. Casi suena a enigma y en ella no faltan, espacios donde el sentido no cierra, se fuga entre símbolos, conversaciones filosóficas y una atmósfera poética.

La llegada de los extraterrestres abre una brecha en lo simbólico por donde lo Real asoma liberando angustia. Saltan las alarmas, se despliegan los ejércitos, la defensa se activa rápido, pero esta vez no se dejan cegar por el fascinante brillo de la certeza, dudan, una respuesta neurótica que les permite no liarse a tiros a las primeras de cambio y acercarse así a la vía de la palabra, romper el paradigma clásico y ofrecernos una película diferente. El director es canadiense, quizás se note, es Norteamérica, pero otra.

Louise, una refutada lingüista que no duda en afirmar que el portugués proviene del reino de Galicia, es la elegida para sostener la trama en el momento en que todo amenaza con desmoronarse. Tras la llegada, el eco de una interrogante rebota en los desfiladeros de la razón haciendo vibrar la angustia en todo el planeta: ¿Qué quieren de nosotros? Podría ser la pregunta por el deseo del Otro esta vez encarnada no por una enigmática Mantis Religiosa, sino por unos Aliens bastante más amables que los xenomorfos de la conocida saga. Ella tendrá que obtener una respuesta, pero no estará sola, la acompaña Ian (Jeremy Renner), un físico teórico que entra en escena adormilado pero pronto sabe ponerse a la altura sin estorbar. Juntos se adentran en un universo de símbolos e incógnitas que se proyectan en la pantalla que los separa de los heptápodos, así los llaman, se ahorran líos. Se inicia con ello un baile de palabras que apacigua el ambiente el tiempo suficiente para saborear los inicios de esa inusitada conversación. Luise no tarda en sufrir los efectos de ese baño de significantes que tocan, atraviesan y transforman el cuerpo. Nada volverá a ser lo mismo, lo nota, pero aún no puede explicarlo. Su efecto es extraordinario, se trata de ciencia ficción, pero no alcanzará su culmen hasta el momento en el que esté realmente preparada para atravesar la pantalla.

“No existe ninguna correlación entre lo que un Heptápodo dice y lo que un Heptápodo escribe”. Su escritura es semasiográfica, lo cual parece complicar las casas, pero ellos se afanan y en encuentros cada vez más amables, avanzan hacia una fórmula que permita alcanzar la pregunta.

Pero los acontecimientos se precipitan, el mundo entero está expuesto a los efectos inquietantes de la llegada y no todos dudan. Apremia una respuesta y la pregunta se lanza antes de estar macerada, las consecuencias son claras, los humanos comprenden y tal y como nos muestra Jacques Lacan “comprender es siempre adentrarse dando tumbos en el malentendido»[2].

“Ahora no estoy segura de creer en principios y finales, hay días que definen nuestra historia más allá de nuestra vida”.

Louise lo tenía claro desde el principio, no se deja embaucar por los efluvios del sentido, rodea el vacío y se lanza más allá del alcance de los signos y la pantalla que los sostienen.  Ella sabe a dónde se dirige, qué quiere y que le espera, pero no se detiene, juega su partida y sin mirar atrás da el paso que abre un nuevo camino.


[1] Psicólogo Clínico en el Hospital Psiquiátrico San Juan de Dios, en Palencia. Socio de la sede de Palencia y Responsable de la Biblioteca de Orientación Lacaniana de la ELP-Comunidad de Castilla y León.

[2] J. Lacan, Seminario X La angustia, Paidos 2016, p. 90.