Análisis 37,  Raúl Merino Salán

La última cena

Raúl Merino Salán [1]

La última cena: anorexia y bulimia, es un texto escrito por Massimo Recalcati (Milán, 1959), psicoanalista italiano, que ha dedicado buena parte de su trabajo al estudio, trato y tratamiento de la clínica relacionada con lo que él llama posición subjetiva anoréxica-bulímica, señalando claramente que antes que trastornos, anorexia y bulimia son significantes, síntomas, signos, declinaciones de un discurso, una posición-elección subjetiva ante el deseo, la pulsión, la falta y el vacío (de hecho habla con frecuencia de una clínica del vacío no solo para referirse a la anorexia-bulimia sino también a lo que en otro lugar se han llamado nuevas formas del síntoma, NFS).

Recalcati escribe esta obra en 1997, en pleno auge de los diagnósticos de anorexia y bulimia en las jóvenes (digo “las” por la gran mayoría de mujeres que son diagnosticadas frente a los hombres), época en la que las pasarelas, la estética, las diferentes Moss, Campbell, Crawford se ofrecían como espejos en los que mirarse las jóvenes de aquellos años.

Mi encuentro con este texto surge tras pedir ayuda a una colega que llevaba tiempo trabajando con estos sujetos y me recomendó el libro. Fue a raíz de empezar a trabajar en Hospital de Día de adultos, dispositivo habitual en la red pública de Salud Mental, en el que suelen ingresar sujetos con problemas mentales graves para una hospitalización parcial. Allí me veía perdido, sin muchas referencias-brújulas, ante estos sujetos, y este libro me ha ofrecido algunas claves.

El título merece ser comentado. “La última cena”, por un lado, parece apuntar a la pulsión de muerte, tan presente en anoréxicas y bulímicas. Recalcati recalca que hay una ligazón importante entre la elección anoréxica y la pulsión, pudiendo ser cada cena la última. Por otro lado “La última cena” es un símbolo, de los cristianos, de lo que implica un encuentro en torno a la mesa, un encuentro muy especial con el Otro. Según el autor, postura que comparto, hay un rechazo en anorexia-bulimia por compartir esos espacios-tiempos de comida-cena con el Otro, o si se comparten es conforme a “sus reglas”. No es extraño escuchar a anoréxicas lo siguiente: “no soporto comer lo que comen todos, ellos pueden comer eso, pero yo no”, “tengo que ver como los demás acaban sus platos, ver que se comen todo, mientras yo no como nada”.

El texto ofrece hipótesis, reflexiones, visiones singulares, de esta posición subjetiva sin tratar de establecer generalizaciones, ni “casos-tipo”, o “pautas”. Plantea dificultades en la transferencia con estos sujetos, y orientaciones que, sin ser exhaustivas, sirven para no retroceder ante estas formas de goce.

Varios hilos conductores que se van articulando, son los que organizan el texto: “Lo lleno y lo vacío”, “Vía estética y moral en la anorexia-bulimia”, “La holofrase anoréxico-bulímica” y “El regreso del espectro”. A continuación, mostraré los aspectos que más me han llamado lo atención en cada punto.

En “Lo Lleno y lo Vacío” habla de la necesidad de un tratamiento preliminar del goce y la construcción de una demanda. Recalcati indica que rara vez anoréxicas-bulímicas acuden al psicoanalista con una demanda de cura. Suelen acudir por presión familiar, lo que suele conllevar un rechazo de entrada a toda forma de trato y de tratamiento. Al final de la obra indica que lo preliminar conlleva “provocar una demanda verdaderamente subjetivizada (más allá de los significantes “anorexia”, “bulimia”) y no colonizada por la voluntad del Otro (“come!”). Implica promover el enigma frente al signo holofrástico “soyanoréxica”. Supone ir más allá de lo evidente de la imagen de sus cuerpos, convocando la falta, el enigma y el deseo, frente la identificación idealizante, y el goce.

También explora la presencia del Otro. El Otro con frecuencia ha respondido a la demanda con su “papilla asfixiante”, significante que repite en diferentes ocasiones. El Otro ha confundido sistemáticamente el estatuto del deseo con el de la necesidad, entorpeciendo el acceso del sujeto al primero. Hay por tanto un rechazo del Otro, el Otro rechaza el estatuto de sujeto de deseo y hace prevalecer un lugar de objeto al que llenar (“bolsa o saco vacío” como se indica en algunos lugares). Pero este rechazo del Otro también implica un rechazo hacia el Otro. La posición anoréxico-bulímica, desde esta vertiente, estaría al servicio de cavar una falta en el Otro, de mostrar que no todo es comida, pero llevando hasta las últimas consecuencias estas posiciones. Señala lo paradójico de esta posición, puesto que al tratar de hacerse un hueco (no comiendo, devorando-vomitando…) favorece la vigilancia del Otro de manera más letal: madres que les sirven la comida, supervisión de movimientos, descansos postprandiales, y si esto no va…ingreso.

La metáfora paterna débil, con un débil acceso al campo del deseo es otro de los hilos del libro. El Otro paterno, no ha conseguido colocarse de tal manera que el deseo materno no sea solo Deseo de Madre sino también deseo de otra cosa. Habla del Otro materno insaciable, devorador en línea con la madre-cocodrilo, o la madre del estrago que presenta Lacan. El Otro paterno, con frecuencia, está ausente, periférico, impotente, lo que favorece que el sujeto se las arregle para “no ser devorado” (aunque con esta elección, con frecuencia, se termine devorando a sí mismo).

Por último, en relación a esta parte del texto, quiero señalar la “clínica del vacío”. Recalcati diferencia falta y vacío. Un vacío que apunta en la declinación anoréxica al “puro vacío”, al cuerpo que busca desaparecer, hacerse espectro, hueso, vena, tendón…(no es extraño el tiempo que dedican las anoréxicas a observar los rincones de sus cuerpos intentando vaciarlo más), un cuerpo-fetiche que señala el autor con el que gozar. Pero también este vacío se juega en la holofrase identificatoria “soyanoréxica”, detrás de la cual el sujeto se esconde. Recalcati dice que en el caso de psicosis habrá que tener cuidado con conmover esta identificación, cuestión que en caso de neurosis es diferente.

En la segunda parte del texto explora “Vía estética y moral de la anorexia-bulimia”, y aquí quiero destacar la idea de Lacan del “Deseo de la larva” y el desarrollo que hace Recalcati. El deseo de la larva anuda en un solo punto el propio deseo y su  negación. Apunta a un fantasma de “supervivencia larvada en el Otro”, expresión de la dificultad para entrar en la separación frente a la alienación. Recuerdo una escena referida por una paciente de 19 años: “ahí llorando con mi madre (ambas lloraban en la escena que relata), sobre sus rodillas, es donde estoy”, con una enunciación que apunta a algo que se ha conseguido (¿nostalgia por volver al Todo?) pero que se desvanece rápidamente.

Recalcati en esta segunda parte también explora el motivo de que este goce se empiece a hacer notorio en la adolescencia. Considera que es un intento de gobernar la transformación del cuerpo a través de un refuerzo u ortopedia imaginaria, pero también un intento, en palabras de Dolto, de “padresotomía” (extirpar la alienación con los padres), cuestión infructuosa en la anorexia que suele implicar una mayor vigilancia y control (intento paradójico de separación). Este control del Otro, también aparece en el Super-yo, que eleva la renuncia pulsional (comer nada) más allá del programa de la Civilización convirtiéndose en un modo de goce. La anoréxica obedece la Ley hasta el punto de identificarse a ella y gozar de ello.

En la tercera parte sobre “La holofrase” el autor indica que anorexia-bulimia antes que síntomas a descifrar implican una posición de signo, o si se quiere de insignia. Una insignia bajo la que el sujeto pueda esconderse. No es extraño que acudan a la consulta, sesión, desde la posición siguiente: “ya ves lo que soy, ¿qué me puedes dar?”, lo que Recalcati apunta es a conmover esta identificación (en caso de neurosis). En esta parte del texto, Recalcati dedica tiempo a explorar si el sujeto que tenemos delante se ajusta más bien a una estructura neurótica, psicótica , o perversa. Señala que además del tratamiento preliminar del goce, es necesario el diagnóstico estructural. Desde el lado psicótico, la anorexia aparece como inclinación holofrástica, con lo que conlleva de no dialectizable, idea-fija fuera del discurso, pero, y esto es lo importante, que permite que no se desencadene la psicosis.

En el último epígrafe “El regreso del espectro”, explora esta lógica. Entiende espectro como elemento de transición entre lo vivo y lo muerto. Este espectro imaginario, y aquí retorna a la idea de rechazo del Otro, utiliza la vía de la imagen especular como forma de no vérselas con el Inconsciente, con la propia historia, y con la negación de la función letal del significante sobre la Cosa. En mi opinión la posición anoréxico-bulímica transita por lo real – imaginario pero cuando se toca lo simbólico la cosa parece que se complica. Y la coyuntura histórica (caída del Nombre del Padre, auge de la Imagen frente al Nombre, hacerse una Imagen tiene más peso que hacerse un Nombre) tampoco ayuda a favorecer una salida de este goce.

Recomiendo, por tanto, la lectura de este libro de Recalcati ya que ofrece una serie de ideas, orientaciones, hipótesis que ayuden al clínico a no retroceder ante este goce, y al lector interesado por este asunto conocer una perspectiva diferente del discurso DSM, cientificista…que no anule al sujeto.


[1] Psicólogo Clínico en los Servicios de Salud Mental de la Junta de Castilla y León.