Análisis 35,  Jesús Morchón,  Letras (número 35)

25 de abril del año 2021


Jesús Morchón[1]

25 de abril del año 2021 de nuestra era,

Cuadragésimo primer día del confinamiento.

Hace unos meses me rozaron

Los dedos de la muerte

Y desde entonces

Me esfuerzo

Por salir del estado sombrío,

mayor los últimos días.

Me siento en mi sillón rojo

A leer “Léxico familiar”

Y olvidarme de todo.

No lo consigo.

Mi pensamiento se pierde,

Se confunde, se enreda,

En temores y emociones oscuras,

En miedos avarientos

Que ocupan el lugar de otras ideas.

Días poco propicios

Para vivir un tiempo más liviano,

Rojo como los espumarajos

Que manchan los lavabos

De los tuberculosos.

Rojo como los excrementos

De los cancerosos cercanos a la muerte

Que rechazan, lúcidos,

Los remedios de los oncólogos.

Lucidez que envidio

En días como hoy

Cuando Natalia Ginzburg

No me saca de la desolación.

Abelardo dialoga con el virus,

Le increpa, le afea su crueldad.

Es la corona de Dios

Transformada en espada

Que desgarra pulmones,

Obstruye arterias,

Colapsa las U.C.I.S. de los hospitales.

Oigo la voz de Bill Gates,

Nítida y poderosa,

Me ordena tirarme por la ventana.

No le hago caso

Y me voy a pasear con mi perro,

No más de veinte minutos,

No más de doscientos metros alejado de casa.

Somos espectros,

Embozados como bandoleros.

Un carnaval de máscaras siniestro

Que va desdibujando los rostros conocidos.

Todo a favor

De un apocalypsis sin sentido:

Dos papas, dos reyes,

Bolas de fuego cruzando el firmamento.

El telediario anuncia lluvias de barro.

¿Qué será lo próximo?

¿Plagas de langostas?

¿Ranas cayendo del cielo?

Todo es incertidumbre y tristeza.

No soporto la visión de ataúdes apilados.

No soporto los aplausos de los imbéciles.

No soporto las cantinelas de los optimistas.

No soporto las previsiones de los pedantes.

No soporto el aislamiento ni el desánimo.

Dicen que saldremos mejores.

Me canso de caminar sobre la cinta.

Pienso en la euforia ficticia de los corticoides.

En la clarividencia de la locura,

En el disparate extremo de la muerte.

Pienso en los moribundos que se echan al campo

En busca de orégano, salvia, tomillo,

Para condimentar sus últimas cenas,

De cúrcuma y cola de caballo

Para aliviar sus riñones heridos.

Sus intestinos inmovilizados.

Carmen me llama, me habla

Amorosa y tenaz,

Convincente como Demóstenes,

Me rescata del silencio y de la oscuridad.

Escucho el rumor de las fuentes de Piazza Navona,

Siento caer la nieve en Central Park,

Paseo descalzo por la Playa de los Locos,

Cojo la mejor ola con los muchachos de la escuela de surf.

Chapoteo en el estanque del Campo Grande

Admirando el despliegue de colores

De la cola de un presumido pavo real.

Ayudo a James Stewart a acabar con Liberty Valance.

Ayudo a John Wayne a rescatar a Natalie Wood.

Carmen me acaricia dulcemente la cara.

Mañana será martes.


[1] Jesús Morchón es psiquiatra y poeta. Ha dirigido el Hospital Psiquiátrico Santa Isabel de León.