Análisis 36,  Jonathan Rotstein

“Clínica del Sinthomanalista: El caso Marina”

Jonathan Rotstein[1]

La pregunta

Lo que a continuación se recoge tan sólo constituye un recorte diacrónico del “caso Marina” publicado por Fabián Schejtman dentro de su tesis doctoral “Sinthome: Ensayos de clínica psicoanalítica nodal” y que, con motivo de la convocatoria para las próximas jornadas de la ELP <<Todo el mundo está en su mundo: Clínica de las invenciones singulares>>, me pareció pertinente reseñar, especialmente a raíz de una de las preguntas que durante la presentación de la convocatoria se deslizó en el seno de la Escuela: ¿Cómo se articulan la clínica estructural, organizada por el significante del Nombre del padre, y la clínica nodal, que lo pluraliza en formas singulares de anudamientos?

Pregunta a la que quizá podamos encontrar una respuesta en el siguiente ejemplo clínico, magistralmente resuelto y formalizado por Fabián Schejtman, en base a los desarrollos nodales del ultimísimo Lacan.

El caso

Marina es una joven de 17 años que es llevada a consulta por sus padres después de un intento de suicidio que practica, cortándose las venas, una vez abandona la clínica donde estuvo internada a causa de su extrema delgadez: Apenas pesaba 27 kilos.

La restricción alimentaria a la cual la joven se sometía tomó lugar tras su primera menstruación con 13 años. Aspecto representado como un lapsus en el nudo inicial del cual parte esta formalización nodal donde, como se ve, existe una interpenetración entre los registros que, como más adelante se mostrará, no carece de ley motiv:

De manera tal que el lapsus que la menarca introduce queda ubicado entre los registros simbólico e imaginario:

A partir de entonces a Marina le sobrevendrán dos series sintomáticas:

De un lado, comenzará a sentir “una fricción extraña y unos ruidos raros” en su vagina cuando el sangrado menstrual se detenga y que, a veces, pueden desaparecer lavándose los genitales.

De otro lado, emergerá una idea delirante que dejará entrever el cuadro psicótico en el que vive: Su madre pretende “solidificarla” introduciendo trozos de comida sólida en su alimentación.

Así, ya que la madre procuraba solidificarla, Marina creía que “terminaría como Ben Grimm, el personaje de piedra de Los cuatro fantásticos”, motivo por el cual no sólo se daba baños de inmersión en agua sino que su alimentación se basaba exclusivamente en líquidos para intentar conseguir, según ella misma expresa mediante un neologismo, permanecer “liqüificada”.

Entonces, una vez se ha producido el lapsus, ambos fenómenos pueden ser figurados mediante la siguiente cadena lineal:

Como se ve, la fricción y lo ruidos se producen entre los registros imaginario y real, mientras que la ideación delirante lo hace entre real y simbólico.

Es de este modo que la anorexia se presenta al principio como una solución posible, en la medida en que logra reparar el lapsus inicial que, entre simbólico e imaginario, la menarca propició así como, además, entregando una solución posible frente a la ideación delirante:

Sin embargo, a causa de esta solución anoréxica (cuya lógica, no olvidemos, ponía en serio riesgo la vida de esta joven) los padres decidieron internarla en una institución especializada donde a fuerza de obligarla a ingerir alimentos sólidos gana peso corporal pero, por lo mismo, la solución sinthomática que la anorexia le proveía desaparece:

Así las cosas, al ganar peso Marina fue dada de alta en la institución donde estaba internada, motivo por el cual es llevada hasta su casa nuevamente. Es entonces cuando, de un modo inmediato, se corta las venas y su familia la salva de morir desangrada.

Este pasaje al acto puede figurarse como un lapsus en la cadena lineal en la cual Marina quedó situada nuevamente (al desaparecer su anterior solución sinthomática) solo que, ahora, desprovista del arreglo que esta le proveía frente al delirio y los “insoportables” ruidos y fricciones. Lapsus que podemos representar como el desamarre del Otro simbólico dentro de dicha cadena lineal:

El problema planteado al inicio del tratamiento pasaba, entonces, por encontrar una suplencia a la solución sinthomática que la anorexia venía proveyendo a esta joven, pero, sin poner en riesgo su vida ya que de continuar la restricción alimentaria Marina quedaba en serio riesgo de morir de inanición y, a su vez, teniendo en consideración que si se la obligaba a comer sólidos un nuevo pasaje al acto podía retornar llevándola hasta la muerte. Tal es el caso que Fabián Schejtman nos trae.

Así las cosas, los padres consultan con el analista y, en el transcurso de una sesión, Marina comenta que, frente al riesgo de solidificarse, solía practicar baños de inmersión para lograr de este modo mantenerse liqüificada. En ese momento el analista le preguntó si nunca había probado a “comer sólidos mientras tomaba sus baños” a lo que ésta, entusiasmada, respondió negativamente.

Es por esta vía que la joven comenzó a almorzar y cenar metida dentro de la bañera logrando así recuperar el peso perdido tras su intento de suicidio. Solución sinthomática que Fabián Schejtman ubica entre los registros real e imaginario:

Como se observa, esta suplencia consigue funcionar al modo del sinthome precedente, pero, ahora, sin el empuje a la anorexia mortificante que al comienzo tenía.

La respuesta

Si bien dentro del dispositivo analítico el analista ocupa el lugar del objeto a causa del deseo también puede ubicarse, y sin dejar de advenirse a la subjetividad de quien le consulta, como sinthome.

Cuestión que el mismo Lacan señala, y del modo más explícito, en su Seminario 23 al indicar que “el psicoanálisis no es un sinthome, sí el psicoanalista”.

Sinthomanalista, entonces, como respuesta frente a los avatares de esta época actual donde el discurso capitalista produce estragos en masa y los sinthomanalistas procuran soluciones singulares.


[1] Jonathan Rotstein es Psicólogo en Salamanca. Máster en Psicología Sanitaria. Participante en el SCF de CyL. Socio de la sede de Palencia de la ELP.