Análisis 38,  Suso Pol

Reflexiones desafinadas

Suso Pol

A continuación, unas reflexiones desafinadas que van acompañadas por tres acordes de “Introducción al método psicoanalítico” de Jaques-Alain Miller.

“El que viene a vernos como analistas no es un sujeto, es alguien a quien le gustaría ser un paciente, cosa muy extraña”[1]

Alguien tiene que llamar a nuestra puerta para que la primera sesión se inicie, probablemente haya cosas más útiles que hacer en estos tiempos, pero sigue habiendo gente que llega a nuestra puerta. Un buen día, el decorado de sentido, que uno se ha creado para transitar por la vida se resquebraja y, con suerte, un síntoma dibuja una sonrisa lo suficientemente inquietante como para hacer una pregunta. Esta puede ser una entrada ideal, pero a veces el recorrido es otro, las alternativas son muchas y variadas, faltaría más, son los tiempos. Algunos llegan felices con su diagnóstico bajo el brazo, dispuestos a que se les acune otro rato para continuar durmiendo. Otros piden el suyo, una etiqueta a la que responsabilizar de todos sus males. Hay quien sabe incluso cómo se ha de llevar el tratamiento, quieren algo rápido e indoloro, y que por supuesto, que no toque ni de lejos su paquetito de goce. La inmediatez apremia, el reloj imaginario de nuestro tiempo mide los segundos en una escala diferente que la del discurso analítico y, sin embargo, sigue habiendo pacientes que llaman a la puerta y analistas que aparecen tras ella.

“Nosotros, en el campo analítico, estamos, contrariamente, del lado del sujeto. La cuestión que se plantea es si hay o no un diagnóstico del sujeto, un diagnóstico constituido no solo en la pura objetividad sino a nivel del sujeto”[2]

Hay una escucha, aquella que va más allá de los ecos ensordecedores de nuestros propios ruidos que, a veces, puede abrir un nuevo camino. Hay quien se sorprende de que haya un espacio en el que se le permita hablar libremente de lo que quiera. El movimiento parece fácil, la ejecución no tanto. Implica escuchar más allá de los ecos de nuestros propios ruidos para que los significantes se desplieguen con el encanto que el discurso del Otro fue instaurando en cada uno. Una escucha que desde la ignorancia constituya el Sujeto supuesto Saber y permita, en el momento oportuno, deslizar la interpretación que levante la transferencia y nos coloque en el lugar adecuado para albergar el objeto de deseo del sujeto que nos visita.

Habrá pacientes para los que no será recomendable asomarse a las aguas del discurso analítico, no en toda demanda de análisis hay un deseo decidido. Hay otros que la fragilidad de su estructura nos invita a llevarlos por senderos diferentes ya que el baile del análisis puede abrir la brecha que lleve a un desencadenamiento.

“Las entrevistas preliminares no son una investigación para descubrir dónde está el sujeto, se trata de efectuar un cambio en la posición del sujeto, eventualmente, transformar la persona que vino en un sujeto, en alguien que se refiere a lo que dice guardando cierta distancia con relación al dicho”[3]

Quizás haya pocas oportunidades de romper el hielo de los espejos y escuchar la nota con la que el sujeto canta en relación a su queja. El sujeto contemporáneo nos lleva al límite del ingenio para operar la rectificación que permita acercarse al umbral del análisis. Cada encuentro entre analista y analizante es un encuentro único, y solo bien advertidos y orientados por la clínica, el control y las enseñanzas del propio análisis se puede transitar por esos territorios inexplorados. Más allá de la niebla que traiga cada uno, debemos formular aquellas preguntas que, generadas en el uno por uno, apunten a la implicación del sujeto en los sufrimientos de los que se queja, así lo mostró Freud con Dora y de ahí parte una de las notas diferenciales de nuestra práctica y que marca un camino del que no conviene desviarse.

Epílogo

Miller, en “Introducción al método psicoanalítico”, nos guía magistralmente por los tres niveles que atraviesan las entrevistas preliminares y conducen, si procede, al umbral del análisis, estos son: la evaluación clínica, la localización subjetiva y la introducción al inconsciente. Perteneciendo los dos primeros a la subjetivación y los dos últimos a la rectificación. Quizás sea una buena melodía para tener presente antes de cada entrevista inicial.


[1] Miller, Jacques-Alain. Introducción al método psicoanalítico. Paidos. Buenos Aires. 2006. p. 16

[2] Ibid. p. 30

[3] Ibid. p. 62