Análisis 38,  Omaïra Meseguer

La entrada por los detalles

Omaïra Meseguer

En su curso “Los divinos detalles”, J-A Miller precisa: «Cuando alguien le dice: es un detalle, o hay un pequeño detalle, usted escucha con más atención[1]«. Es una frase muy simple a la que quiero darle un valor de orientación: los detalles en la clínica son para escucharlos y no para comprenderlos. En el psicoanálisis se trata de escucha y no de comprensión. 


Es con esta frase, tan simple en apariencia, con la que he avanzado hace algún tiempo, porque me llamó la atención esa forma de decir de J-A Miller. La expresión “pequeño detalle” me gustó. Sin duda, que sea un pleonasmo tiene algo que ver con mi interés por ella. J-A Miller señala que «el detalle es pequeño» (le détail est petit). También me gusta cómo suena esta frase. Cuando leemos un texto, siempre hay frases que destacan, frases que llaman la atención porque esconden una forma singular de decir y también sin duda, una sonoridad.

En lo que me concierne, una vez que detecto una frase así, una frase cuya sonoridad me atrae, la tuerzo, la recorto, la manipulo y la utilizo como herramienta. La expresión «es detalle, es pequeño» me pareció una buena manera de decir con la que se puede maniobrar, una frase útil y, sobre todo, una frase no sacralizada, es una frase banal con la que se pueden abrir brechas.


¿Cómo voy a utilizar hoy con ustedes “el detalle es pequeño”? Voy a proponer una afirmación muy simple: la orientación a través del pequeño detalle es un antídoto poderoso contra la comprensión.


Lacan señala en el capítulo dos del seminario sobre Las psicosis, página 36, que: «lo comprensible es un término fugitivo, inasible, es sorprendente que nunca sea calibrado como una lección primordial, una formulación obligada a la entrada a la clínica [2]«.


Subrayo dos puntos:


El primero:La comprensión es la búsqueda del sentido. Lo que Lacan llama “fugitivo” es un adjetivo que podemos utilizar para hablar del sentido. El sentido es siempre inasible por definición, es fugitivo. En su curso “La fuga del sentido”, J-A Miller señala que el sentido y la fuga son la misma cosa. “Si no huye, no es sentido[3]» anota. El sentido fuga y la comprensión corre detrás queriendo atraparlo y cuanto más él se fuga más se produce comprensión.


El segundo: Subrayo que Lacan utiliza la expresión la «entrada a la clínica», expresión que resuena con la «entrada en análisis». Entrar en análisis implica atravesar, cruzar el umbral de una puerta para acceder a un lugar. En una de sus conferencias en universidades americanas, Lacan señala que «se trata de hacer entrar [al futuro analizante] por la puerta», «atravesar un umbral» y liberar así «una demanda real». Lacan precisa que esta entrada implica «un esfuerzo»; es necesario, como él dice, «sentirse empujado por algo»[4]. Sentirse empujado por algo, yo diría es sentirse empujado por un síntoma, por algo que se pone en la mitad del camino y no permite avanzar. Es necesario que el que ocupa el lugar de analista escuche muy precisamente cual es el malestar que lleva a consultar, cual es el síntoma (si hay uno) que produce el pedido, como el sujeto lo fórmula, que hace que él se decidió a llamar en ese momento. Para esto es necesario que el analista haya “entrado en la clínica”.


¿Podemos decir que un analista «entra en la clínica» una vez que ha experimentado la enorme dificultad de no comprender, de abstenerse de comprender para así escuchar el pequeño detalle? El arte y la manera de abstenerse de comprender es lo que marca la entrada a la clínica psicoanalítica. ¿Podemos decir que cuando el que pretende ocupar el lugar de analista ha traspasado el umbral de lo terapéutico, cuando se ve empujado por la experiencia de su propio análisis y por el control de su práctica, entra en la clínica psicoanalítica? Sí y no.


Cada caso, unos más que otros, nos lleva a atravesar umbrales y a toparnos con la dificultad de no comprender. ¡No es una vez por todas! La práctica del control nos permite no convencernos de que hemos entrado en la clínica para siempre y que no hay una garantía. 


La clínica psicoanalítica no consiste en escuchar a un paciente, dejarle hablar y luego, de vez en cuando, lanzar una interpretación o un comentario para que la madeja del sentido continue desenrollándose. Un analista «entra en la clínica» cuando puede simplemente «prestar oído» al detalle, que siempre es un pequeño detalle. Es decir, quitar la autopista de la palabra para pasar por los pequeños caminos del pequeño detalle.


Vuelvo a la página 35 del seminario sobre las psicosis: «Comiencen por creer que no comprenden. Partan de la idea del malentendido fundamental. Esta es una disposición primera, sin la cual no existe verdaderamente una razón para que no comprendan todo y cualquier cosa»[5]


Parto de la idea que el pequeño detalle protege al analista de la creencia de que ha comprendido. Cuando digo creencia digo delirio, así que digamos que la orientación por el pequeño detalle nos impide delirar a partir de lo que nos dice un sujeto.


Quisiera subrayar lo que Lacan evoca en la misma página del Seminario III, él menciona la «obnubilación del sentido crítico» que puede apoderarse de los lectores cuando «se trata de nuestra experiencia y de nuestra profesión». Subrayemos que en el mismo seminario, en la página 297, Lacan nos recuerda que sólo leemos lo que ya nos sabemos de memoria, lo que nos sabemos de memoria. «Esto permite relativizar de modo singular lo que hace el fondo de la literatura llamada científica, al menos en nuestro ámbito[6]«. Lacan utiliza la ironía y no complace a sus alumnos que escuchan el seminario.


¿Cómo evitar obsesionarse y conservar la novedad de la lectura, única manera de hacer avanzar el psicoanálisis? El antídoto se encuentra en el detalle.


Las frases de Lacan


Hay frases de Lacan que son hitos en su enseñanza, formulaciones que impactan porque introducen un avance, producen una conmoción o proponen una manera de decir que nos atrapa y que son un poco enigmáticas y entonces tenemos el deseo irresistible de repetirlas. Las repetimos porque tenemos la idea de que las hemos comprendido, mientras que el esfuerzo de Lacan señala J-A Miller en su curso La fuga de sentido, es más bien hacerlas enigmáticas para que, justamente, no se pierdan en el flujo de la comprensión.


Cada vez, el esfuerzo consiste en intentar ser más precisos, a partir de los pequeños detalles, para así orientarnos de lo que Lacan nos enseña.

Un desorden …

¿Cuál era el pequeño detalle más difícil de detectar en la clínica psicoanalítica, los fenómenos elementales? ¿Un delirio discreto? ¿La despersonalización? ¿Un afecto melancólico? Hay una frase de Lacan en “La cuestión preliminar a todo tratamiento de la psicosis” de la que extraeré un detalle: «un desorden (…) en la juntura más íntima del sentimiento de la vida en el sujeto»[7].


Nada más difícil que precisar clínicamente exactamente este detalle a veces expresado de una manera mínima, que es el trastorno en la juntura más íntima del sentimiento de la vida. Les propongo pensar que la única manera de precisar clínicamente que es un trastorno del sentimiento de la vida es a través del pequeño detalle.


En su texto Efecto de retorno a la psicosis ordinaria, J-A Miller señala: «No es pues seguro que la psicosis ordinaria sea una categoría objetiva.  ¿Pueden decir que la psicosis ordinaria existe objetivamente en la clínica? No es seguro (…) Ustedes dicen cuando no reconocen signos evidentes de neurosis y así son conducidos a decir que es una psicosis disimulada, una psicosis velada. Una psicosis difícil de reconocer como tal, pero que deduzco de pequeños índices variados. Se trata más de una categoría epistémica que objetiva”[8].


“Pequeños índices variados” dice Miller, en otras palabras, la psicosis puede reconocerse por deducción a partir de pequeños detalles.


La clínica de los pequeños indicios es «muy delicada»[9], «muy a menudo es una cuestión de intensidad»[10]. J-A Miller señala que la intensidad, el «más o menos», apunta hacia lo que Lacan llama un desorden (…) en la juntura más íntima del sentimiento de la vida en el sujeto».


Intensidad implica graduación, la fuerza, la potencia, y más o menos, los matices. No es tan simple como “hay o no hay”. Lacan no dice que no haya una juntura al sentimiento de la vida, sino un desorden en la juntura. Es una frase compleja porque implica precisión.


J-A Miller, refiriéndose a la traducción inglesa de La cuestión preliminar, subraya la buena idea que tuvo el traductor al utilizar el término «disturbance» y no «trastorno». Desorden no es un término patológico como trastorno. El diccionario es generoso cuando se trata de la palabra desorden: el significado de esta palabra va desde desbarajuste, caos, desconcierto, desorganización, anarquía, perturbación hasta barullo. Como ven mil detalles se esconden en todos esos términos. No es lo mismo decir que hay un desbarajuste del sujeto en lo que tiene que ver con el sentimiento de la vida, que decir que hay una desorganización o un desconcierto. Como ven el diccionario nos da más matices que el DSM V.

Podemos decir que la cuestión de la intensidad y del “más o menos” están presentes en esta lista no exhaustiva. Me parece que guiarnos por el pequeño detalle de la intensidad evita psicologizar lo que significa clínicamente un desorden (…) en la juntura más íntima del sentimiento de la vida” Psicologizar es comprender.


Sentir


J-A Miller señala: «el desorden reside en la forma en que siente el mundo que lo rodea, en la forma en que siente su cuerpo y en la forma en que se relaciona con sus propias ideas»[11].
La forma en que sientes, más simple imposible. El uso del verbo «sentir» nos lleva a la cuestión de lo que el sujeto ha «experimentado» (éprouvé en francés). El diccionario lo define como “notar, echar de ver en uno mismo una cosa, una impresión, un sentimiento etc.” Una impresión sensible.


Ven entonces lo difícil que es permitir que alguien dé testimonio de lo que ha experimentado. Hay un pequeño detalle que me gustaría dejar claro: experimentar algo no es pensar algo. J-A Miller no dice: ¡cómo usted piensa el mundo que te rodea, ¡cómo piensa su cuerpo o cómo piensa sus ideas! ¿Como las siente?


Se trata de aproximar cómo el sujeto experimentó, sintió un evento lo cual no tiene nada que ver con los sentimientos. No hay nada más engañoso que los sentimientos. Los senti-mienten. Al tratar de aclarar esta cuestión de los sentimientos, me ha venido una distinción que venimos oyendo desde hace algún tiempo cuando hablamos del tiempo. Los partes meteorológicos se refieren a la temperatura real y a la temperatura sentida. Alguien propuso una palabra mejor, no recuerdo el término. La temperatura sentida se refiere a la humedad del aire en relación con el cuerpo humano, la temperatura del cuerpo y la del viento, lo que cada persona siente en su cuerpo como temperatura, se refiere a la sensación y por eso hablamos de la temperatura experimentada.

Desorden


Hay que subrayar que los neuróticos también sienten un desorden. El desorden no es un disfuncionamiento específico de la psicosis. J-A Miller señala que, en el caso de la histeria, el desorden se siente en la relación con el cuerpo, y en el caso del neurótico obsesivo, en relación con sus ideas. El pequeño detalle no es el desorden, ya que él es propio de la naturaleza del ser hablante, estar en un estado de desarmonía, de malentendido permanente.


En la neurosis es más fácil localizar cómo se siente el trastorno, porque el síntoma se hace soporte de este trastorno. Es difícil de captar, de precisar cuándo este trastorno «sucede a la juntura más íntima del sentimiento de la vida». Subrayo la palabra elegida por J-A Miller: Este trastorno llega.


Yo diría que esta palabra llega nos pone sobre la pista de cómo buscar el pequeño detalle, sucede quiere decir que hay una temporalidad: que algo le ha sucedido al sujeto. Entonces se trata de saber ¿cómo ha sucedido? No basta con situar las coordenadas del momento, sino precisar cómo sucedió el desorden. No basta con decir: ocurrió cuando murió su madre, ocurrió cuando empezó primero de primaria, ocurrió el día que la madre no lo recogió de la guardería. Las coordenadas no nos dicen cómo el desorden sucedió.


La clínica del pequeño detalle consiste, a de-tallar a ir sacando tajadas, pedazos tal que lo nota J-A Miller en su curso Los divinos detalles. En otras palabras, cuál fue la sensación, cual fue la temperatura que sentía, por utilizar la metáfora meteorológica.


Les doy un ejemplo. Un joven paciente ubicó en el momento de las entrevistas preliminares un momento importante de su vida. De niño, jugaba en la playa con su familia. En un momento dado, estaba tan absorto en su juego que no se dio cuenta de que todos se habían ido. Tenía 7 años. Consiguió encontrar el camino de vuelta sin problemas, pero justo cuando estaba a punto de entrar a la casa un escalofrío, como él lo dijo, le golpeó el cuerpo. Mas tarde había sentido ese escalofrío en varios momentos clave de su vida: durante una pelea con otro chico, durante su primera relación sexual, durante un examen. De-tallando con él atrapamos el momento en que, radicalmente desvinculado del Otro, se encontró con un exceso en su cuerpo que testimoniaba precisamente del desorden (…) en la juntura más íntima del sentimiento de la vida”.


El mundo que nos rodea concierne al vínculo social


Para precisar con detalle el lugar que ocupa un sujeto en el vínculo social, es necesario saber si «el sujeto se identifica con una función social[12]«. En nuestra clínica, encontramos ciertos sujetos que están sostenidos por ejemplo gracias a su escolaridad, la cual les garantiza el paso de una clase a otra sin tener que preguntarse qué ocurre después. Hace poco me contaron el caso de un joven paciente, excelente alumno, atado desde su infancia a su identificación con la «perfección». Al final de sus estudios universitarios, que aprobó con nota máxima, quemó su diploma y cayó en un estado de postración total. Decía que era incapaz de desempeñar cualquier función social.


En los pequeños detalles de su infancia identificados por la persona que lo recibe, había un detalle: cada vez que este joven tenía que superar una pequeña etapa (un partido de futbol, un examen) caía en un estado de angustia que superaba cade vez solo. J-A Miller se refiere a un signo discreto de “angustia misteriosa”[13], angustia causada por un sentimiento de “impotencia” para desempeñar una función social. No hablamos de inhibición, ni de acceso a un lugar simbólico, sino de un sentimiento de impotencia. “Una especie de vacío que constituye misteriosamente una barrera invisible”[14].


Me parece que decir “abismo” y “barrera invisible” da la intensidad del asunto. A veces, como en el caso del paciente antes mencionado, quemar el diploma que acababa de obtener y sentirse enfrentado al abismo de la vida después, es una desconexión del vínculo social bajo la forma de la ironía. Quemar el diploma era su manera de decir, como señala J-A Miller en su texto “Clínica irónica”, denunciar “que el Otro no existe, que el lazo social es básicamente una estafa, que no hay discurso que no sea semblante”[15].


Ciertas “maneras de vivir” conciernen una disposición para hacer un nudo. Sobre este punto, me gustaría destacar una observación extraída de la clínica CPCT-París[16] tras la crisis de COVID: nos dimos cuenta de hasta qué punto la ruptura de “los modos de vida” provocaron una fractura importante en ciertos sujetos.


Un “modo de vida” concierne un tratamiento del goce, una manera de tratar a los demás. Digamos que, en lo que respecta al vínculo social, el desorden en la juntura más íntima del sentimiento de la vida concierne la posibilidad de hacerse un lugar en el mundo. ¿Cómo siente el sujeto su apego al mundo? Una vez más, captar el pequeño detalle implica identificar cómo el sujeto hace lazo con los demás.


Sentir el cuerpo


Este es uno de los aspectos más difíciles de precisar: cómo siente un sujeto su cuerpo. ¿Cómo explicar los cambios mínimos que demuestran que el nudo que une al cuerpo a veces se rompe? No hablamos aquí de la imagen del cuerpo, aunque puedan detectarse fenómenos a nivel de la imagen; nos referimos a la forma singular en que el sujeto experimenta su lazo con el cuerpo.


Es importante señalar hasta qué punto el sentimiento de vida concierne a la relación singular que el sujeto tiene con su cuerpo. El desorden en la relación con el cuerpo está siempre presente para cualquier sujeto porque, como señala Lacan, “tenemos un cuerpo”[17] como uno tiene “un mueble”.  Esto sugiere la dimensión de peso y exceso que está presente en todos los seres que hablan con su cuerpo.


Muchos de los signos discretos de la psicosis conciernen a una relación singular con el cuerpo, y me parece que es difícil precisarlo porque los sujetos establecen modos de hacer que dificultan la detección del trastorno. Les recuerdo que no hablamos de la imagen del cuerpo, sino de cómo se siente. ¿El sujeto vive con un dolor que forma parte de su vida y que actúa como localizador? ¿El sujeto canta desde su más tierna infancia, única forma de sentir el paso del aire por la garganta? ¿Necesita caminar hasta quedar exhausto para sentir la pesadez de su cuerpo, de lo contrario tiene la impresión de desaparecer?


Destaquemos que el desorden en la juntura más íntima del sentimiento de la vida concierne la manera en que el sujeto afronta una experiencia que ha perturbado al sujeto. El paciente que sufría un escalofrío en el cuerpo describió lo que le había sucedido en el momento de su primera relación sexual: empujado por una joven demasiado emprendedora -según la expresión del paciente-, experimentó algo extraño. Extrañeza producida por la constatación de que él “no sentía nada”, lo cual lo dejó en una gran perplejidad que expresó así: sintió que había “una distancia entre él y su propio órgano, como si hubiera un espacio vacío”. Como podemos escucharlo hay una articulación entre Phi cero y el desorden en la juntura más íntima del sentimiento de la vida de este sujeto.


Para concluir, me gustaría señalar que cernir clínicamente el desorden en la juntura más íntima del sentimiento de la vida por la vía del pequeño detalle, guía al psicoanalista para permitir al sujeto una localización de este desorden con el que él tendrá que lidiar para siempre y con el que tendrá que inventar algo.

No es lo mismo para un sujeto encontrar un tratamiento que tiene en cuenta las consecuencias de este desorden, que un tratamiento que lo ignora o que lo olvida. Este es un punto fundamental. En la práctica clínica, vemos los efectos devastadores de los tratamientos que no tienen en cuenta que hay un desorden en la juntura más íntima del sentimiento de la vida. Las invenciones son singulares si ellas tienen cuenta lo que no se curara jamás.


[1]Miller, J.-A. (2007). Los divinos detalles. Paidós..

[2]Lacan, J. (1998). Seminario III: Las psicosis (J.-A. Miller, Ed.). Siglo XXI

[3]Lacan, J. (2005). Seminario III: Las psicosis (J.-A. Miller, Ed.). Siglo XXI

[4] Miller, J.-A. (2008). La cuestión preliminar a todo tratamiento de la psicosis.

[5] Lacan, J. (1998). Seminario III: Las psicosis (J.-A. Miller, Ed.). Siglo XXI.

[6] Miller, J.-A. (2010). Efecto de retorno a la psicosis ordinaria.

[7] Miller, J.-A. (2007). La fuga del sentido.

[8] Miller, J.-A. (2012). Clínica irónica.

[9] Lacan, J. (2006). La entrada en análisis.

[10] Lacan, J. (1998). Seminario III: Las psicosis (J.-A. Miller, Ed., p. 35).

[11] Lacan, J. (2009). La importancia del detalle en la clínica psicoanalítica.

[12] Lacan, J. (1998). Seminario III: Las psicosis (J.-A. Miller, Ed., p. 297).9

[13]Miller, J.-A. (2007). Los detalles clínicos..

[14] Lacan, J. (2005). La escucha en psicoanálisis.

[15] Miller, J.-A. (2008). La fuga del sentido

[16] Lacan, J. (1998). Seminario III: Las psicosis (J.-A. Miller, Ed., p. 297).o.

[17] Lacan, J. (2005). La cuestión preliminar a toºdo tratamiento de la psicosis..